CUANDO LOS OCASOS VIENEN MARCHANDO
Por: Eduardo Pérsico.
Transcurrida una semana desde que Cristina Kirchner ganara las elecciones presidenciales de Argentina con más de veinte puntos arriba de su inmediata seguidora, Elisa Carrió, no pocos siguen apareciendo en los medios como si el resultado electoral fuera ilegítimo. Y usando una interpretación de la voluntad popular algo confusa en el siglo veintiuno, la derecha perdidosa cuestionó el orden jurídico que dicen los perjudicó y siendo en la Argentina donde el voto secreto y obligatorio empezó por 1912, suena disonante que cien años más tarde la principal opositora; una abogada; resignificara sin delicadeza republicana el voto calificado al reclamar en rueda de prensa que siendo ganadora su lista entre los votantes de la clase media y alta, ella representaba a los más capacitados para mejorar la condición de los pobres. Una discordancia o extemporaneidad opositora que al revisar las cifras de miseria que generó la caída del sistema financiero neoliberal de los noventa, nos retrae a cierta grosería del vodevil: lo que más me jode de los pobres es lo mal que se visten. Salvo que lo dicho por la ultra católica Carrió, crucifijo en ristre, no tuviera connotación económica y sí un requiebro amoroso hacia el pobrerío que no la votará jamás, y es mayoría.
Por otro lado, la nueva presidenta electa y al margen del anhelo de profundizar un proyecto de mayor justicia social’; dicho en lengua peronista; y sin ser una garantía revolucionaria, disfrutó de una oposición disoluta, dispersa, y con un elenco de mediáticos que exhumaban lo más imbécil y frívolo de los años pasados. Sin que faltaran varios cómicos que ni bien abrieron la boca convirtieron al gobierno de Néstor Kirchner en el más serio y exitoso de los últimos tiempos; una certeza facilitada además por los altos precios de los comodities hacia el exterior y las justas retenciones impositivas a los exportadores. Un notorio acierto recaudador del gobierno que junto a la inseguridad resultaron los dos perjuicios más criticados por los dueños del privilegio que entre varias desinformaciones que padece, no sabe que la inseguridad de todas las sociedades es un resultado de ellas y jamás una causa Pero bien, según su condición la derecha disciplinó a sus candidatos para oponerse a cualquier repartición de la torta, una línea enfatizada por los medios de comunicación que en definitiva dictan la voluntad de las clases altas y medias, obedientes a esos mensajes sin ningún debate íntimo.
Eso es tan así que resueltamente lo evidencian las cifras electorales por barrios y sectores, que rigurosamente indican la fidelidad de los sectores económicamente más pudientes en votar según diga la CNN y los diarios tradicionales más leídos en cada país. Una actitud de conveniencia particular, clasista y casi natural, aunque eso al fin pareció menos desencaminada que la exhibida por la izquierda siempre tozuda, discursiva y lejana del pobrerío. Esos perfiles resultaron los dos márgenes que el electorado oficialista aprovechó con todo y hoy, - una semana después de la elección- ya existen desavenencias entre los seguidores de Elisa Carrió acrecentadas cuando la líder de la Coalición Cívica reiteró sus enunciados codiciosos con algo de misticismo mandón, y algunos legisladores ya electos decidieron organizarse en varios grupos diferentes. Porque sencillamente, en la Argentina de hoy sólo un huérfano político acepta merodear gratis por el abismo conceptual que le propone la Convención Cívica..
En definitiva, esta elección nos alecciona en cuanto los ganadores no cantaron la marcha peronista, que perdieron al menos diez intendentes estelares del conurbano y uno de la primera hora, Manuel Quindimil, que dirigiera Lanús durante siete ejercicios sin saber que ‘Gardel supo retirarse a tiempo, entró en el ocaso recién acabado el escrutinio. Algo profundo cambió en el espectro de las decisiones en tanto unos cuantos intendentes inamovibles perdieron con quienes, aunque apoyaran también a Cristina Kirchner, se enfrentaron a su gestión. Y entre los tachados por este tipo de voto elaborado y sanador figura en Quilmes el mismo delfín del actual Ministro del Interior, un oficialista que perdiera ante quien sin muchos fondos para gastar llevara su propuesta casa por casa. Actitud idónea para recuperar la participación del gentío si se comprende en serio la coyuntura donde, entre otras urgencias, si el peronismo quiere volver del ocaso deberá reordenarse ya sin la hegemonía del duhaldismo conservador, y sincerar si retoma los principios desechados cuando la derecha se adueñó del aparato partidario.
Así o como sea el peronismo decidirá si vuelve a sus principios esenciales como aquella liberación psicológica del obrero ante el patrón del año 45, - una tarea posible en una generación pero culminada en meses por el peronismo de entonces- y pisoteada sin piedad cuando el Poder asociado a Bunge y Born se apropiara de la conducción partidaria. Esa realidad histórica también deberá blanquearse y ante la dinámica actual de los conflictos no exclusivos de los argentinos, es primordial un proyecto ideológico de avanzada opuesto al de un adversario que cambia su método pero jamás su identidad. Nuestra medieval derecha política deviene en enemigo ni bien alguien muestra anhelos de modernidad o le propone mejorar el reparto de la riqueza. Ese punto del debate social es el más sensible a la intransigencia a ultranza ligada al Poder, grupo adverso a que la seguridad de una sociedad depende del bienestar de todos. Apenas un valor universal que ellos desecharon también en las últimas elecciones y muy bien nos les fue.