7 de octubre de 2023

INICIO > OTRAS SECCIONES > Especiales

ACEPTADA, PROHIBIDA, CASTIGADA... ¿QUÉ ES LA HOMOSEXUALIDAD?

Patricia Rodón (MDZOL)

4 de junio de 2010

La media sanción al proyecto de ley al casamiento entre personas del mismo sexo reabrió el debate sobre una conducta natural que ha sido considerada una enfermedad o una perversión. Hoy se sabe que es una elección personal.

Antigua como el ser humano, la homosexualidad es la elección de una pareja del mismo sexo. Las causas de esta elección no se conocen con certeza a pesar de las preguntas con que la medicina, la neurología y la psicología la han abordado para tratar de explicarla.

Desde que fue nombrada por primera vez en 1869 con el término que hoy como conocemos, la homosexualidad ha sido investigada desde múltiples puntos de vista arrojando otras tantas teorías. Pero hoy se sabe que no es una enfermedad ni genética ni hormonal, una deficiencia ni un trastorno fóbico, sino una profunda elección personal.

El significado que se le asigna a esta elección siempre tiene que ver con las pautas culturales de la sociedad en la que se vive. Hay culturas y sociedades a lo largo de la historia de la humanidad que han aceptado la homosexualidad como un modo usual de vincularse y otras sociedades que la han considerado como algo fuera de lo esperable, de lo normal y ha sido marcada como patología, como perversión, como enfermedad.

La media sanción que hace diez días la Cámara de Diputados de la Nación le dio al proyecto de ley del casamiento entre personas del mismo sexo -y que ahora espera ser tratada en el Senado-, actualizó un álgido debate entre los mendocinos, tal como lo reflejan los comentarios de nuestros lectores en las notas que publicamos a propósito de la noticia y de sus repercusiones.

Hacia la búsqueda de la completud

“En un momento de la vida de los seres humanos surge el deseo y la necesidad de completarnos como personas a través de la elección de una pareja. Siempre han existido distintas posibilidades de completar esa elección, de satisfacer ese deseo. Lo convencional es que esa elección sea de una pareja del otro sexo, es decir, heterosexual. Pero hay personas que hacen una elección de tipo homosexual. Esto tiene que ver con el deseo y tiene que ver con una elección de tipo privado”, explica el psiquiatra Jorge Barandica.

El especialista en psiquiatría infantojuvenil y terapia de familia señala que “a partir de los años ´70 gracias a los grupos que han trabajado el tema de las minorías sexuales y de las minorías de género, se ha ido instalando en el imaginario colectivo que las personas tienen libertad de elección; que la homosexualidad no es punible ni es una enfermedad sino que está dentro de las posibilidades que los seres humanos tienen de ejercer un derecho de acuerdo a su deseo”.

Barandica detalla que “el deseo es esa necesidad que surge en todos los humanos de buscar en el entorno aquello que satisfaga algo que está como potencial, como necesidad, como faltante. El deseo es aquello que, cuando aparece y se va constituyendo nos va marcando los momentos evolutivos de nuestras vidas. Cuando uno puede construir el objeto de su deseo, primero en el plano de lo imaginario y luego en el plano de la concreción a lo real es cuando nos completamos como seres humanos”.

El Jefe del Servicio Infanto Juvenil del Hospital El Sauce destaca que la elección de la identidad sexual se constituye desde la totalidad del ser humano. “A los fines de entender el proceso hacemos esta especie de disección de los distintos aspectos emocionales, pero para los seres humanos los procesos son simultáneos, se imbrican, se cruzan, por ahí alguno toma preeminencia sobre otros y se hace más visible o llamativo, pero todos los procesos se van dando más o menos al mismo tiempo”, dice.

Al respecto, puntualiza que “hay un aspecto que tiene que ver con nuestra condición animal. Todos los seres vivos necesitamos cruzarnos, compartir nuestros genes con el fin de sostener nuestra especie sobre la Tierra. Esto lo compartimos con todas las especies por lo que es evidente que es un mandato de la naturaleza la necesidad de compartir genes con alguien que no tenga mis propios genes. Esto está en el cerebro humano, en una primera parte más nuclear que compartimos con animales muy poco desarrollados evolutivamente como los reptiles. Tienen un cerebro que apunta a satisfacer las necesidades de supervivencia como de subsistencia y de copular, de procrear”.

“Sobre ese cerebro, las especies más evolucionadas desarrollan otro cerebro que es más complejo y que presenta algunas instancias de memoria, de reconocimiento, de familiaridad que son las que crean las posibilidades de sociabilidad y organización que tienen los mamíferos superiores. En este grupo surgen otras diferencias que se observan en los animales domésticos como por ejemplo el afecto. Quieren o no quieren, de acuerdo a sus experiencias de vida y de con quiénes estableció lazos afectivos en su manada”, desarrolla Barandica.

El psiquiatra aduce que “los únicos animales que podemos poner en juego el deseo somos los seres humanos. Compartimos todas aquellas cosas con las otras especies, pero además nuestra complejidad cerebral nos permite asociar la memoria con el afecto, nos posibilita construir un afecto diferenciado y calificado y de entender procesos, otorgar significados a las cosas. Además nos brinda la conciencia de que en la búsqueda del otro no está solamente la necesidad de reproducción sino la necesidad de completarme como persona. Es decir, satisfacer un afecto mío que tiene que ver con mi capacidad de amar o mi capacidad de establecer un vínculo. El deseo de instala en ese lugar y obviamente requiere de otro o otra que lo complete”.

Más allá de la identidad sexual

Barandica explicita que “la elección sexual tiene que ver con muchas cosas. En un primer momento de la adolescencia la elección tiene que ver con la identidad, pero con mucho más que solamente la identidad sexual. Los grupos de adolescentes se unen por afinidad, porque comparten cosas, porque comparten el discurso. Hoy, en esta época de globalización y de consumismo, comparten formatos particulares de discursos generalizados como los de las tribus urbanas. Esto forma parte de la condición humana, como la necesidad de tener referentes fuera de la familia, cosa que corresponde también al mandato natural de la especie que es la búsqueda de vínculos exogámicos. Salir de los circuitos cerrados de la familia y encontrar en otros aquello que me afirma, que me identifica”.

“Cuando empiezan los fenónemos puberales alrededor de los 10 o 11 años, se comparten con los iguales. Los chicos se sienten cómodos y se encuentran y hablan con los chicos y las chicas con las chicas”, explica el especialista. “En esta etapa pueden empezar las fantasías y juegos que son normales en esta edad y que no tienen una connotación de homosexualidad sino de búsqueda de la propia identidad”, agrega.

Y continúa: “Después, en la adolescencia, cuando empiezan los procesos identificatorios, en los cuales convergen las historias familiares y los modelos referenciales dentro de la familia, entre otras muchas cosas, empiezan a tomar forma y fuerza en algunos chicos y chicas, ahora de una manera mucho más explícita que en otras generaciones, que el objeto de deseo que ellos eligen para satisfacer su deseo es una persona de su mismo sexo”.

Barandica argumenta que “en lugar de seguir lo que es esperable para el conjunto de la sociedad, es decir, que la elección sea heterosexual y que aspire a la completud a nivel del afecto, de su significado como persona y al mismo tiempo de la posibilidad de la perpetuación de la especie, el chico o la chica eligen otra cosa. Y escapa de la tradición cultural de esa sociedad a la que pertenece, como es sostener cuestiones vinculadas del linaje o al parentesco”.

La heterosexualidad es una construcción cultural

Para el psiquiatra “la elección heterosexual está impregnada de mandatos culturales. La elección más común, la elección que termina imponiéndose en todo el mundo a lo largo de toda la historia es la elección heterosexual. Pero un grupo minoritario de personas construye una elección sexual diferente, que se aleja del mandato cultural pero no es sólo un mandato cultural. La elección heterosexual tiene mucho de la impronta del mandato cultural. De hecho, por eso es que nosotros estamos impregnados de ese mandato cultural. ¿Qué es lo hace la cultura? La cultura nos enseña a ver la realidad. Si la cultura es heterosexual, patriarcal y tiene determinadas connotaciones, vemos la realidad desde ahí. Esto hace que lo que sea diferente a eso perturbe. Y le busquemos explicaciones”.

“Que dos personas se amen, constituyan una pareja, que sean buenos vecinos, que sean personas solidarias, que quieran adoptar un niño y hagan todos los trámites de adopción necesarios y que esto como miembros de la sociedad le signifique derechos a la libre elección, a casarse, a heredar el uno al otro y que todo sea compartido para tener un hijo, si uno lo piensa así, es porque son parte de una cultura, de una sociedad, hacen al funcionamiento global”, expresa Barandica.

El psiquiatra subraya que esto sucede “porque nosotros tenemos estructuras de pensamiento que tienen que ver con estos mandatos culturales es que necesitamos justificarlo, explicarlo, defenderlo de alguna manera para que el resto lo acepte. Pero es porque hemos aprendido a ver la realidad de una determinada manera. Tenemos anteojos que nos dicen que la normalidad es la elección heterosexual, olvidando que sólo es la elección mayoritaria. Hay sociedades que van incorporando, con una manera de entender el derecho de una manera mucho más compleja y completa, que la normalidad es que una persona tenga capacidad para tener una pareja y que esa pareja lo complete”.

La adolescencia, el momento de la elección sexual

Según Barandica, “la adolescencia cobra importancia por varias razones. Primero, porque es una etapa de la vida que necesariamente tiene que ser contenida y acompañada porque el modelo de sociedad ha extendido la etapa de dependencia de los padres. Además, es un grupo etario gran consumidor, hay miles de productos dirigidos al adolescente como objeto de consumo. Hay modelos de ropa, de música, hay modelos de comportamiento sexual, hay cientos de cosas más asociadas a la inducción al consumo que a una elección libre. Antes no había toda esta oferta y los patrones de comportamiento eran limitados, más circunscriptos al modelo cultural de la mayoría, más estereotipados”.

“La adolescencia es el final de una etapa muy clara y definida que es la infancia y es la transición hacia la juventud. Entonces claro que es una época de definiciones en un montón de órdenes. Y es una época en la que no solamente el adolescente sufre modificaciones sino que los padres, la familia también sufre modificaciones. No es lo mismo ser padres de niños que padres de adolescentes que van a ser jóvenes, o sea que van camino a la autonomía”, razona el especialista.

Barandica aclara que entre los procesos de identidad de la adolescencia, destacan fundamentalmente los procesos de identidad como personas, “el de quiénes son ellos, quiénes son ellos diferentes a sus padres y al mismo tiempo quiénes son ellos parecidos a sus padres, aparece el proceso de identidad en cuanto a sus elecciones de amistades, pero no la elección de lo que estudian ya que no es libre, ya que si lo hacen es por imposición de la familia, por cumplir con determinadas pautas de los padres”.

En cuando a la elección de la sexualidad el psiquiatra enuncia que “en la adolescencia lo esperable es que los chicos y las chicas investiguen, prueben, jueguen, se pongan de novios, rompan, se vuelvan a poner de novios con otros en un proceso que es como un aprendizaje. Algunos chicos y algunas chicas en esa búsqueda van descubriendo, van constituyendo una identidad homosexual”.

El experto opina que “hoy y sobre todo por cómo los medios de comunicación masivos han ido instalando el tema sistemáticamente a través de telenovelas, comedias, películas, etcétera, se toma a la homosexualidad más naturalmente. Los chicos y las chicas que creen que están haciendo este tipo de elección sexual lo explicitan muy rápidamente. Es tolerado en las escuelas, los amigos los aceptan como son, debe haber alguna broma, más o menos dura, o alguna discriminación, pero en general las escuelas trabajan sobre estos temas para la integración y la no discriminación”.

“Las nuevas generaciones se sienten en libertad de expresar lo que piensan, lo que creen y lo que sienten. Y de defender sus elecciones. En las escuelas secundarias uno se encuentra con chicos y chicos que hacen expresa manifestación de su elección sexual diferente y hay que aprender a seguir funcionado con esos jóvenes, que en todos los otros aspectos son como los demás adolescentes”, destaca el especialista.

Para Barandica, “ha habido una modificación de las pautas de comportamiento a diferencia de otras generaciones. Y es posible que en el futuro una persona no descubra tardíamente que es homosexual, porque en esta etapa es cuando se revela. Hoy hay como mucho permiso para serlo. En estas personas que tardíamente descubrieron su homosexualidad se podría pensar que no pudieron hacer los procesos de identificatorios adecuados en su adolescencia”.

Biología y homosexualidad

Desde el punto de vista médico, biológico, “no hay nada que haya podido comprobar la medicina respecto de la homosexualidad. Hay chicos y chicas y adultos que tienen disfunciones hormonales pero es una cuestión orgánica que no necesariamente condiciona una conducta sexual. Aquí entraríamos en otro campo relacionado con la perturbación física, incluso con alguna patología, pero no necesariamente está vinculada a la elección del objeto sexual”, afirma Barandica.

“La medicina puede determinar disfunciones a nivel hormonal que pueden incidir en comportamientos, conductas e incluso temas de identidad confusos, pero no tiene que ver con la homosexualidad en el sentido que estamos hablando. La patología no construye una identidad sino una identidad dentro de la patología, pero no con respecto a lo sexual sino la identidad de una persona que se siente enferma respecto de los otros”, arguye el médico.

“La psiquiatría tradicional en algún momento hablaba de la homosexualidad genuina o de la homosexualidad propiamente dicha y se asignaba más a los hombres que a las mujeres, refiriéndose a los varones tempranamente muy afeminados. Hoy creo que nadie puede asegurar categóricamente que el aumento de hormonas femeninas en ciertas condiciones incida en la elección sexual de un hombre”, deslinda Barandica.

Y comenta que “en el espectro de conductas homosexuales están los niños y niñas que en su infancia se peinaban y se vestían como personas del otro sexo, y que jugaban con juguetes que no correspondían a la identidad genital, pero hay otras personas que no han tenido ninguna diferencia en la infancia y que a lo largo del tiempo han hecho una elección homosexual. En esto lo hormonal no tiene sustancia científica porque no hay manera de demostrar que incide en la elección sexual, más allá de que haya algún problema en las gónadas”, enfatiza el psiquiatra.

Homosexualidad, homofobia y miedo

Respecto de las reacciones homofóbicas que muestran tanto hombres como mujeres, Barandica afirma que desde la psicología no se puede generalizar. “Una persona que tiene un perfil de personalidad de fanatismo está convencida de lo que sostiene. Otra, sin llegar a niveles de fanatismo, reacciona desde sus propias convicciones que tienen que ver con los valores que sustenta, con sus creencias religiosas. Cuando se pertenece a un determinado grupo lo que no podemos explicar desde nuestros marcos referenciales lo asignamos a ciertos conceptos defensivos”, dice.

“Este tipo de reacciones homofóbicas pueden generarse desde el fanatismo, es decir, la no aceptación de nada que no entre en esa concepción del mundo y de la vida. En otras personas puede ser desde el miedo, incluso desde el miedo de que esto pueda extenderse y de que no haya límites. No hay ningún elemento que permita una deducción así porque si en una familia va a haber chicos y chicas que hagan una elección homosexual, las van a hacer igual, haya o no haya represión. Lo harán de manera manifiesta u oculta, pero van a seguir su elección”, amplía el psiquiatra.

Para Barandica “en toda situación de rechazo a todo lo que no puedo entender o lo que no puedo explicar está el miedo, y el miedo hace que lo construya asociado a lo enfermo, a lo demoníaco, a lo peligroso. Estas concepciones se instalan incluso en las leyes que hablan del modo de organización de una sociedad. Y supuestamente para proteger a lo sano, a lo bueno y a lo puro de lo contaminación”.

Matrimonio homosexual y familia

Respecto de la media sanción que hace diez días la Cámara de Diputados de la Nación le dio al proyecto de ley del casamiento entre personas del mismo sexo, Barandica opina que “todos conocemos a una persona homosexual, o tenemos conocimiento de una pareja homosexual, y sabemos cómo son como personas, que son buena gente, que trabajan, que no le hacen daño a nadie. Cuando la ley ordena esto poniendo en igualdad de derechos respecto del resto de las personas de la misma sociedad, lo que hace es darle un marco legal a algo que ya ha sido legitimado socialmente”.

“La ley acompaña un proceso que se viene dando desde hace mucho tiempo. Esto tiene que ver que con que hay personas que consideran que los derechos individuales, mientras no hagan daño al resto, son iguales para todos”, reflexiona.

“Es lo mismo que pasó con el divorcio. Se pensaba que el divorcio iba a provocar la disolución de la familia. Y no, lo único que provocó fue que muchas familias blanquearan su situación y legalizaran la situación que de hecho venían sosteniendo. Fue una ley que vino a poner orden sobre una situación que estaba legitimada por el uso social”, destaca el psiquiatra.

Para el especialista las parejas homosexuales “vienen peleando para que les permitan casarse fundamentalmente como modo de hacer pública y legal la elección que han hecho, porque es una cuestión de derecho y de existir con plenitud de derechos y en igualdad de condiciones que el resto de la sociedad. Las parejas homosexuales necesitan casarse porque están transitando el camino del derecho de ser reconocidos por todos como iguales”.

Para Barandica el debate ante la posibilidad de adopción de parejas homosexuales no redefine del concepto básico de familia. “Nosotros nos movemos con el padrón de la familia burguesa, una familia donde el modelo es de la clase media que tiene determinadas reglas respecto de cómo debe funcionar una familia, que reglamenta el rol de la mujer y el rol del hombre. Pero mucho de eso ha cambiado porque los roles ya se no cumplen de esa manera debido a la lógica del trabajo. También ha cambiado el hecho de que las mujeres eligen postergar su maternidad en función de su desarrollo profesional, incluso muchas eligen no ser madre. Todas estas cosas han ido cambiando la vieja estructura de la familia”.

“Pero el núcleo esencial de lo que es una familia no ha cambiado, porque una familia es ese núcleo humano que otorga seguridad, identidad y la posibilidad de emancipación saludable de los hijos llegado el momento. Y esa función se sigue cumpliendo. En todas las culturas, independientemente de si ese núcleo era un clan siguiendo un modelo patriarcal o si era un grupo de familiar matriarcal. La familia siempre ha sido un lugar de sostén afectivo y emocional, ha nutrido, ha educado, ha transferido a las nuevas generaciones su cultura y ha dado la posibilidad de construir una identidad absolutamente vinculada a los patrones de crianza y a los patrones culturales de la familia y, llegado el momento, ha sido capaz de acompañar a los hijos en su emancipación. Esto es lo mismo que van a hacer estas nuevas familias desde un lugar distinto”.

Homosexualidad y adopción

Respecto de la idea respecto de que los hijos adoptados de los matrimonios homosexuales van a identificarse con los padres y madres y van a hacer esa misma elección sexual, Barandica descarta complemente la posibilidad. “Es un prejuicio absurdo”, sentencia.

“Lo que hace que una persona se constituya como persona en primer lugar es el reconocimiento del lugar de hijo. Lo que hacen los padres y madres biológicos y lo que hacen los padres y madres adoptivos es adoptar un chico. Si los padres biológicos no adoptan a su hijo, es decir, no le dan reconocimiento de hijo y no lo incorporan a su estatus familiar, ese hijo va a ser abandonado. No habría niños en situación de adopción si la biología fuera fundante del lazo. La biología no es la fundante del lazo sino que es la decisión humana, el reconocimiento de la filiación de que este es mi hijo o de que esta es mi hija. Y esto lo hace tanto un padre biológico como un padre adoptivo. Tiene la misma fuerza. Si el padre biológico no hace el reconocimiento no es padre ni es hijo”, explica.

E ironiza respecto de aquél prejuicio que quienes lo esgrimen como argumento deberían reflexionar que “todas las personas homosexuales vienen de hogares heterosexuales”.

“Estos son temas que se están estudiando y hay cantidad de opiniones. En mi experiencia de trabajo terapéutico con hijos de padres homosexuales he visto que no tienen ninguna diferencia con otros chicos de su misma edad. Llegaron al consultorio por padres preocupados, que realmente querían lo mejor para sus hijos y allanarles el camino”, relata el experto.

Según Barandica, es posible que estos chicos tengan una tolerancia mayor respecto de la homosexualidad que el resto de los chicos. “Pero puede pasar, debido a que en el desarrollo de la constitución del psiquismo en algún momento uno tiene que confrontar con los padres, que muchos de estos chicos puedan ser homofóbicos como una forma de diferenciarse de sus padres. Están todas las posibilidades de la conducta humana. No van a ser distintos de otros chicos”, finaliza el psiquiatra.