7 de octubre de 2023

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¿LA UNASUR ES INDEPENDIENTE DEL IMPERIALISMO?

Por: Alejandro Iturbe.

13 de septiembre de 2009

En la última semana de agosto pasado, se realizó la reunión de la Unasur (Unión de Naciones de América del Sur, en la ciudad de Bariloche (Argentina), con la participación de todos los presidentes de la región.

La organización comenzó a funcionar en el año 2008, con la supuesta intención de servir como un "ámbito de las naciones sudamericanas" que, a diferencia de la OEA (Organización de Estados Americanos), funcionaría sin la presencia de representantes del imperialismo estadounidense y con mayor independencia de éste.

Por eso, algunos sectores de izquierda depositaran grandes esperanzas en las "perspectivas independientes" de la Unasur. Por ejemplo, el escritor político germano-mexicano Hanz Dieterich planteó, en un artículo reciente, que dentro la Unasur se libraba una batalla entre "dos fuerzas antagónicas" (la bolivariana y la proimperialista) y que estaba abierta la posibilidad de que los primeros lograsen que la organización actuase con "patriotismo y dignidad" ("Bariloche: la lucha por la hegemonía militar en América del Sur", publicado en http://www.rebelión.org/, 30/08/2009).

Sin embargo, al igual que las reuniones anteriores, esta última volvió a revelar con claridad la verdadera esencia de la Unasur, más allá de sus pretensiones de "independencia". El tema principal discutido fue el de las siete bases militares que el gobierno colombiano de Álvaro Uribe acababa de poner a disposición de las fuerzas armadas de EE.UU., con el argumento de "combatir el narcotráfico y el terrorismo de las FARC".

Es cierto que hubo fuertes críticas previas de algunos presidentes a la decisión de Uribe (el venezolano Hugo Chávez llegó a hablar de "vientos de guerra"). Sin embargo, la reunión resolvió no condenar esta decisión del gobierno colombiano. En la declaración final (llamada "Proyecto de decisión"), apenas se incluye una referencia a "que la presencia de fuerzas extranjeras no puede amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana, la paz y la seguridad de la región". Algo así como aceptar pasivamente que entren a su casa varios hombres armados (con fuertes antecedentes de robo) y sólo exigirles una promesa de que "no van usar las armas". Muy pocas "nueces" para tanto "ruido" previo.

Algo que ya parece común en el caso de la Unasur. En otras palabras, volvió a revelarse con claridad que la Unasur, lejos de ser un "factor de independencia" de Sudamérica (o al menos, una posibilidad abierta en ese sentido) es, en realidad, una herramienta al servicio del imperialismo. En particular, mostró también que "calza como anillo al dedo" en la política que EE.UU. impulsa actualmente para Sudamérica.

Obama representó un "ajuste necesario"...

El gobierno de Barack Obama representó un cambio en la táctica política del imperialismo para enfrentar la situación mundial y la lucha de las masas, con respecto a su antecesor George W. Bush. Para evitar falsas discusiones: no tenemos ninguna confusión en que, al igual que Bush, Obama defiende a fondo los intereses imperialistas y la necesidad de avanzar en el control político del mundo para garantizar el saqueo de riquezas al servicio del imperialismo. Pero las condiciones en que debe hacerlo son diferentes y necesita adaptarse ello

Para entender esa necesidad de adaptación, es preciso comprender el fracaso de la política de Bush. Después del atentado a las "torres gemelas", el 11 de setiembre de 2001, Bush aprovechó su efecto, para lanzar entonces la "guerra contra el terror" y contra los países integrantes del "eje del mal". El objetivo era garantizar un "siglo americano". Esta política representó un fuerte giro militar y autoritario de la política exterior estadounidense y se expresó, especialmente, en las invasiones a Afganistán (2002) e Irak (2003), y el impulso al golpe de estado contra Chávez, en 2002.

Pero el proyecto de Bush chocaron duramente con la respuesta del movimiento de masas y su política fracasó: nunca terminó de dominar Afganistán, la guerra de Irak, primero en un pantano, se transformó en un pantano, el pueblo venezolano derrotó rápidamente el golpe contra Chávez, las masas palestinas lucharon (y luchan) denodadamente contra Israel y sus agentes, etc.

Por eso, era necesario hacer un ajuste en la política imperialista para enfrentar la nueva realidad y "disminuir las pérdidas". Si el "garrote" había fracasado se trataba de volver a ofrecer algo de "zanahoria". O, por decirlo de otra manera, a volver a proponer negociaciones para salir de los "atolladeros"

Ya el propio Bush se vio obligado a comenzar con este ajuste. Por ejemplo, en su política hacia Irak o en el cambio de actitud real hacia Chávez (más allá de los habituales ataques mediáticos que ambos se dedicaban) y en su política hacia Irak.

Pero Obama, con su aspecto de "joven negro", es la representación más cabal de ese cambio que plantea ahora un nuevo equilibrio entre las negociaciones y la política militar o de amenazas, para alcanzar los objetivos imperialistas. El centro pasó a ser la "zanahoria" (las negociaciones) y el garrote se emplea como un factor auxiliar y coadyuvante.

Nuevamente, para evitar confusiones, no creemos que Obama sea una "paloma de la paz" que abandona la "acción militar", basta ver su política de intensificar la guerra en Afganistán. Fue la lucha de las masas y las derrotas que esta lucha infligió a la política del imperialismo las que impusieron este cambio de táctica, no la "buena voluntad" de Obama.

...también en Sudamérica

La actual política del imperialismo se expresa con mucha claridad en Latinoamérica, considerada una región clave por la burguesía imperialista de EE.UU., tanto por la cercanía geográfica (el "patio trasero") como por las riquezas que le saquea a través de su dominio colonizador.

Es claro que Obama quiere mantener el control de una "amenaza militar latente", a través de las bases militares de Colombia y de la reactivación de la IV Flota, patrullando las aguas latinoamericanas. Pero el centro de su política actual es la "institucionalidad" para negociar y resolver los conflictos.

Aquí es donde la Unasur se muestra como una herramienta perfecta para "poner paños fríos" y evitar la profundización de los conflictos en Sudamérica. Siempre, claro, resguardando los intereses más estratégicos del imperialismo y aplicando su táctica actual.

Por ejemplo, su primera reunión efectiva se realizó en setiembre de 2008, en Chile, en medio de los enfrentamientos entre el gobierno de Evo Morales y la burguesía ultraderechista de la Media Luna. La resolución final condenó cualquier intento de golpe contra Evo, pero, al mismo tiempo, llamó al "diálogo conciliador" entre un gobierno legítimo y sectores fascistas.

Ahora, la "historia vuelve a repetirse": con la excusa de "defender la unidad de la Unasur" se vota una declaración que, de hecho, legaliza el uso de las bases colombianas por parte de las FF.AA. de EE.UU. y evita cualquier condena al gobierno de Uribe por permitir esta violación de la soberanía militar del subcontinente.

La invasión de Haití

Pero el mayor ejemplo de sumisión al imperialismo de la mayoría de los gobiernos sudamericanos es la ocupación de Haití. Allí, al servicio de un proyecto de saqueo y explotación, el imperialismo "tercerizó" la acción militar, camuflándola como una "misión de paz" de la ONU (la Minustah) que encabezan y comandan las tropas brasileñas, pero que también integran soldados de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y hasta de Bolivia.

Son soldados enviados por los gobiernos sudamericanos los que reprimen, asesinan y violan al pueblo haitiano, cuando éste protesta y lucha contra el hambre y contra el salario más bajo del continente americano. Y nadie en las reuniones de la Unasur (ni siquiera Chávez que sí lo critica por fuera) levanta su voz contra este atropello.

El papel de Brasil

En otras palabras, no hace falta que el imperialismo esté presente físicamente, a través de Obama, sus representantes o sus soldados, para que sus intereses sean defendidos. En este sentido, la Unasur se muestra como una herramienta a su servicio y, en especial, al de su política actual.

En este sentido, la dirección de la Unasur está, en los hechos, en manos de Lula y de Brasil. Lo que expresa, por un lado el peso económico de este país en Sudamérica. Por el otro, muestra la disposición de Lula y de la burguesía brasileña para jugar ese papel de "dirección política regional" y también militar, como se evidencia en Haití. No es casual que Obama se refiera públicamente a Lula como "su hombre" en la región.

La lucha contra el imperialismo será obra de los trabajadores y las masas

Hay que destacar que esas resoluciones de la Unasur fueron votadas unánimemente por todos los presidentes, desde Uribe hasta Chávez. En otras palabras, "todos" los presidentes sudamericanos tienen un lugar y un papel en la "mesa" de la actual política imperialista. Lula se ubica en el "centro", pero a la derecha, hay lugar para Uribe, y a la izquierda, para Chávez, Evo y Correa.

Al mismo tiempo, muestra que el supuesto antiimperialismo de éstos últimos se limita esencialmente a la retórica frente a los medios de prensa. A la hora de la verdad, votan junto con Uribe. Porque todos ellos (incluso los de mayor retórica antiimperialista o que realizan alguna acción "progresiva") aceptan, en última instancia, la recolonización imperialista. Por eso, la Unasur no puede actuar con "patriotismo y dignidad"

La unidad de las naciones y pueblos sudamericanos es imprescindible para evitar conflictos fratricidas y enfrentar juntos al imperialismo. Pero esa unidad antiimperialista no vendrá de la mano de la Unasur sino de la lucha de los trabajadores y las masas, con total independencia política de las burguesías nacionales.