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ECUADOR: LA REBELIÓN DEL OCIO
Fernando Villavicencio Valencia (MOVIMIENTO POLO DEMOCRATICO)
"El trabajo es un derecho y un deber social derecho económico, fuente de realización personal y del buen vivir" Nueva Constitución de Ecuador(1).
"A mí me llaman el negrito del batey porque el trabajo para mí es un enemigo, el trabajar yo se lo dejo todo al buey porque el trabajo lo hizo Dios como castigo" Alberto Beltrán(2).
"¡Oh, pereza, apiádate de nuestra larga miseria! ¡Oh, Pereza, madre de las artes y de las nobles virtudes, sé el bálsamo de las angustias humanas!" Paúl Lafargue(3)
Un principio bíblico izado por los clérigos capitalistas, señala que el trabajo nos lo impuso Dios como castigo(4), por cometer el pecado original de comernos la manzana sin pedir permiso (no se especifica qué fruta comieron las mujeres para compartir la pena), pero desde entonces la humanidad, quiero decir, los desheredados de la tierra, andamos condenados, ganándonos el pan con el sudor de la frente, al menos cuando la suerte nos premia como asalariados; aunque, y confirmando que hasta en las iglesias hay diferencias de clases, el también creyente populacho ilustrado, levanta la proclama del Nazareno, quien en su sermón de la montaña, predicó: "Miren cómo crecen los lirios en los campos; ellos no trabajan ni hilan, y sin embargo, yo les digo: Salomón, en toda su gloria, no estuvo nunca tan brillantemente vestido". Para despecho de los fanáticos del "amor al trabajo", el propio Jehová, impuso el supremo ejemplo de la ociosidad, "después de seis días de trabajo, descansó por toda la eternidad".
La fanfarronada burguesa vomitada por sus desagües ideológicos, idolatra al trabajo como la esencia del progreso; "si quieres llegar a ser alguien en la vida tienes que doblar el lomo", a cambio te sueltan el consuelo que, para alcanzar la vida eterna, es condición básica, ser pobre, honesto y trabajador, no acumular capital, no tener propiedad, pues, "primero entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos". Hasta el mismísimo Voltaire, contribuyó con esa bárbara obsesión por laborar: "el trabajo nos libra de tres calamidades: el aburrimiento, el vicio y la pobreza". Con esa misma pasión desde el altar del capital se condena el derecho al ocio y a la pereza: "se echa en falta la pereza de un malvado y el silencio de un tonto", arguyen. Ese es el sendero por donde el obrero pasa la vida, entregando todas sus energías al capitalista, cada día se siente más pobre, pero más cerca de la "diestra celestial".
Mientras los pontífices del capital promueven el trabajo asalariado como una condición natural y divina: "Trabajen, trabajen, proletarios, para aumentar la riqueza social y sus miserias individuales; trabajen, trabajen, para que, volviéndose más pobres, tengan más razones para trabajar y ser miserables(5)". Por el contrario, el enriquecimiento del capitalista está en su "no-trabajo", es decir en la obligación de que otros, los no propietarios de medios de producción, trabajen para él, a cambio de un salario que le garantice su condición de esclavo. El éxito que cacarea el empresario, radica exclusivamente en la capacidad de edificar su ocio, su pereza, en base al robo del trabajo ajeno (plusvalía). Desde la esquina de la revancha del barrio, se hilvana el dicho: "si el trabajo es sagrado, entonces no lo toques", o el otro: "que malo será el trabajo, que hasta pagan por hacerlo", expresión que induce a valorar el costo del cansancio del trabajador.
La burguesía con su Estado liberal e incluso algunas hermandades de la izquierda, han levantado toda una cultura apologética del trabajo en el capitalismo, no solo como un derecho y un deber, sino como un principio moral del buen vivir; en cambio se condena, el ocio y la pereza, señalándolos como pecados y taras sociales, ignorando que desde la etimología, el término ocio proviene del latín schola, que en castellano significa escuela, así pues el lugar donde se imparte la educación, significa OCIO. Escuela no quiere decir escuela, sino ocio; entonces la ociosidad solo es aquello que hacemos con nuestro ocio, es decir, el empleo del tiempo que nos dejan nuestras obligaciones cotidianas, nuestro sometimiento al trabajo, al negocio privado. Desde este punto de vista, la ociosidad es un derecho. A menos tiempo entregado al capitalista, menos explotación, más derecho al ocio, más libertad para la creación. Por algo será que el escritor Oscar Wilde, decía: "nunca estoy tan ocupado como cuando estoy ocioso".
La pereza ha sufrido toda una labor de desprestigio por parte de los lavadores de fortunas, que a través de sermones moralistas, nos han inculcado el trabajo como dignificante y la pereza como la madre de todos los vicios. Claro que el robo de la fuerza de trabajo "dignifica" al "sacapinta(6)" constituido, pero damnifica al huérfano asalariado, impidiéndole contar con el tiempo y los recursos para el disfrute y el placer. El lema es: trabaja, produce, consume, reprodúcete, emociónate un poquito, pero no pienses.
De carencias y excesos
Las manos de la humanidad ya han laborado mucho, tanto que han creado un monstruo que amenaza con devorarla. El capital ha crecido a tal nivel, que como advertía Marx, acabará destruyéndose así mismo, y en esa tarea que ya está pasando de madurita a podrida, la rebelión de los desposeídos contribuirá con la lápida y el sepulturero. La crisis actual, como ya sucedió en tiempos pasados, no es de carencias, de falta de pan y abrigo, sino una crisis de excesos: exceso de comida, exceso de tecnología, exceso de dinero, exceso de oferta, exceso de miedo, exceso de traiciones y por supuesto la fatalidad excesiva de manos vacías, millones de complanetarios "arañando la indigencia", muriéndose de sed colectiva, junto a la fuente privatizada. El capitalismo es un sistema bárbaro que, como lo ha demostrado en las guerras, no pensará dos veces, en recurrir a la destrucción de fuerzas productivas, para seguir viviendo. Entonces, revolución no es hacerle el manicure al sistema, cortarle las uñas, vestirle de verde, no; revolución es volarle la cabeza.
Si el capital no crece, muere (pero no de muerte natural), esa lógica terrible es la sepultura del propio capital, espiral que al final produce una: "sobreinversión de capital, es decir las inversiones no se amortizan tan rápidamente porque el mercado se empieza a saturar de mercancías. El efecto inevitable de esta sobreinversión en bienes de capital es la sobreproducción, tanto de bienes de consumo como de medios de producción, y la sobrecapacidad productiva instalada. En definitiva, existe demasiada abundancia de todo, una abundancia que el mercado, en un momento dado, no puede absorber. A partir de determinado punto, comienza la fase de crisis, con una espiral de caída en la tasa de beneficios, desinversiones, despidos masivos, cierre de fábricas. En resumen, la destrucción de fuerzas productivas se apodera del ciclo económico.(7)"
Mirad la crueldad inimaginable del reino del desperdicio: millones de toneladas de alimentos en perfectas condiciones van a parar a vertederos industriales, en los países "desarrollados". La propia agencia que tritura las cifras de la pobreza, la FAO , se muere de vergüenza al anunciar que Gran Bretaña, destruye cada año 4.500 millones de kilos de comida: 1,6 millones de plátanos importados, 220.000 barras de pan, 5,1 millones de fundas de papas, 5,1 millones de pollos, 260.000 cajas de queso, 660.000 huevos, 1,3 millones de frascos de yogurt, 710.000 unidades de chocolates y dulces, esto es lo que se tira cada día en el Reino Unido; mientras al otro lado, más de 60 millones de personas mueren al año por inanición, en circunstancias que con la producción actual, el planeta podría alimentar al doble de la población existente. Cada hora fallecen por hambre mil 200 niños en el mundo, porque entre sus estómagos y la comida que sobra, los separa el disfrute de la ganancia privada.
La causa de todas las tragedias humanas, es la apropiación privada del producto del trabajo, eso ha creado una brutal concentración de riqueza y capital en poquísimas manos: 51 de las 100 entidades económicas más poderosas del planeta son corporaciones multinacionales, las 49 restantes son Estados. Las 475 personas más ricas del mundo poseen tanto dinero como la mitad del mundo. El país con mayor número de millonarios es Estados Unidos, con un 31% del total. Le siguen Europa (un 26% incluyendo a Suiza) y Asia (sin incluir a Japón) con un 16%. En contraparte, 3.000 millones de los 6 mil millones de habitantes, sobreviven con menos de 2 dólares diarios, mientras mil 200 millones de personas, apenas pasan el día con 1 dólar.
En un estudio de la ONU sobre la desigualdad en el mundo, se presentan resultados verdaderamente espantosos: el 1 por ciento más rico de los adultos en el mundo posee el 40 por ciento de la riqueza del planeta. Europa, EEUU y los países del Pacífico asiático son los que tienen mayor número de ricos. Más de un tercio vive en EEUU, mientras que Japón cuenta con el 27%, Gran Bretaña 6% y Francia 5%. El estudio global, del World Institute for Development Economics Research, fue el primero en comparar la distribución de riqueza en cada país con los ingresos. Incluye todos los componentes más significativos de la riqueza familiar, incluidos los activos financieros y las deudas, la tierra, los edificios y otra propiedad tangible. Juntos supone 125 billones de dólares en todo el mundo. Según el informe, el 10% más rico de los adultos concentra el 85% de estos activos totales. La mitad de la población adulta del mundo apenas posee el 1% de esta riqueza global.
Reducción de la jornada de explotación laboral
La crudeza de las cifras refleja en el espejo de la crisis económica, el despilfarro, propio de un sistema caracterizado por una infame explotación de la naturaleza y la fuerza de trabajo. "El pauperismo es parte de la condición de la producción capitalista y del desarrollo capitalista de la riqueza... en la proporción que se produce la acumulación del capital, empeora la situación del trabajador(8)". Así es como un mundo de abundancia, provoca tantas calamidades humanas. ¿Dónde está la clave? El capitalismo endiosa el trabajo, porque de él vive, la única fuente de valor, es el trabajo humano vivo, la plusvalía (trabajo robado a los obreros) es el alimento del capital y esta se obtiene fundamentalmente alargando la jornada de trabajo o intensificando la explotación de los trabajadores. Entonces, hoy más que nunca tiene plena vigencia la magistral e irreverente propuesta del yerno de Carlos Marx, Paúl Lafargue: "Si la clase obrera, tras arrancar de su corazón el vicio que la domina y que envilece su naturaleza, se levantara con toda su fuerza, no para reclamar los Derechos del Hombre (que no son más que los derechos de la explotación capitalista), no para reclamar el Derecho al Trabajo (que no es más que el derecho a la miseria), sino para forjar una ley de bronce que prohibiera a todos los hombres trabajar más de tres horas por día, la Tierra , la vieja Tierra, estremecida de alegría, sentiría brincar en ella un nuevo universo... ¿Pero cómo pedir a un proletariado corrompido por la moral capitalista que tome una resolución viril?". ¿Cómo?, sencillo, el problema no está en los trabajadores, sino en sus supuestos salvadores; en cofradías derechistas, secundadas por sacristanes seudo izquierdistas que siguen entonando himnos anacrónicos, como "la lucha por el derecho al trabajo y un salario digno", cuando se debe purificar la garganta con el trino del ocio creativo, liberar más tiempo para hilvanar la ternura colectiva, jugar a la rayuela con los niños, poner a bailar verbos con adjetivos, en una poética fiesta popular. Disfruten humanos, que después de esta no hay otra. "El fin de la revolución no es un triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad y demás embustes con que se engaña a la humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y disfrutar, intelectual y físicamente, lo más posible. Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse(9)".
El trabajador pasa su existencia entre el cansancio y la enajenación de su obra: imagínense el trajín de un obrero de cocina: se levanta a las 6 de la mañana, se asea, desayuna, sale a tomar el transporte, son las 7H30am, alcanza a poner un pie en el estribo y el otro lo encomienda a Dios, ahí va, otros 30 minutos o más hasta su sitio de trabajo, son las 8am, los minutos de atraso se pagan a la salida o en dinero. De ahí en adelante, tiene 10 horas de preparar platillos para paladares ajenos, son las 18H00, sale a tomar el bus de regreso, pone un pie en el estribo, el otro lo encomienda a Dios, llega a su casa a las 19H00 o más, abraza a su compañera, a sus hijos, se entera de los pesares públicos y privados, y directo a la máquina recargadora de energía, para mañana volver a sanar hambres ajenas, esperando el fin de mes recibir el pago por el cansancio. Los US$ 200 de salario irá a gastarlos, es decir, a devolverlos en el mercado. Así se pasará 30 o más años con el un pie encomendado a Dios. Todo para construir un techo, educar a sus hijos y pagar su retiro de la superficie del planeta.
Contrarrevolución laboral en Ecuador
En Ecuador, casi el 10% de la población económicamente activa está en el desempleo y más del 40% deambula en el subempleo, esto sin contar a casi tres millones de compatriotas expulsados del país por la crisis. ¿Qué hacer? Creo que se debe empujar un pacto entre el ejército ocupado, el sub-ocupado y el desocupado, para reducir la jornada de explotación laboral a 4 horas diarias, con ello se garantizaría, de una parte bajar el cansancio de los trabajadores y que tengan más tiempo para el ocio creativo; en segundo lugar a los subempleados y desocupados, les permitirá contar con ingresos económicos para subsistir, comprar las mercancías o servicios que él mismo produce y disfrutar del ocio. El resto del tiempo, dedíquense a estudiar, hacer poesía, a tejer amistades, a contemplar la naturaleza, a amar al prójimo, a disfrutar la sexualidad, y si les sobra alguito de tiempo, pónganse a conspirar contra el reino de los patrones.
Si el capitalismo por principio se sostiene en la explotación del trabajador, su variante moderna, el neoliberalismo se asienta en la sobreexplotación y, como señala Napoleón Saltos, en su estudio respecto a la reforma laboral impuesta por el Movimiento PAIS y el Gobierno de Rafael Correa: "en la degradación moral, en la desvalorización del trabajo y del trabajador, bajo la forma de políticas de flexibilización y tercerización laboral que afectan la estabilidad y a la calidad del trabajo, reducción del salario, descrédito y negación del derecho de organización y huelga, ilegitimación de las "burocracias doradas", difusión de la ideología del microempresario, agudización de la competencia entre trabajadores ocupados y desocupados. Aún más, el capitalismo neoliberal llega a formas extremas de exclusión, en donde amplias masas de población ya no tienen la posibilidad ni de ser "explotadas", sino que se vuelven superfluas para la reproducción del capital; por lo cual son tratadas ya no desde la lógica del trabajo, sino desde la lógica de la asistencia social y el clientelismo político(10)".
En la Patria de Alfaro duele el dolor, el gobierno de la Revolución Ciudadana, cortejado por izquierdistas esterilizados y algunos comisionistas sindicales, oxidó el cambio, engulléndose un siglo de luchas obreras. En nombre de una "tara socialista" se proscribió la huelga solidaria y hasta el derecho al grito; se criminalizó la educación y la profesionalización del obrero: solo las "bestias públicas" estarán protegidas por el Código del Trabajo, ¡ay! de aquel que por desgracia haya hilvanado la ciencia o realizado un cursito de capacitación, estará sometido a la voluntad de su Majestad Rafael Correa. De un total de 460 mil trabajadores públicos, solo los "obreros" estarán protegidos por la contratación colectiva. Ni los cinco velasquismos, ni los empoderados uniformes, ni los ácidos neoliberales de los 90, lograron torcer el derecho obrero y mearse en la historia, como lo hizo Correa y esa izquierda privatizada que degusta sazón belga en Carondelet.
La continuidad del neoliberalismo al estilo Correa en el plano laboral, implica: "una derrota estratégica de los trabajadores, empezando por la desvalorización del trabajo y del trabajador. La riqueza ya no es fruto del trabajo, sino de la iniciativa "empresarial": el discurso del modelo neoliberal-capitalista es la creación de un mundo de empresarios-propietarios, así sea el microempresario que tiene como "capital" el cajón de limpiar zapatos, o la caja de caramelos.(11)". La clase trabajadora, acaba disuelta en un enjambre de ciudadanos, carnetizados como potenciales microempresarios. Tan descarnado es el capitalismo del siglo 21 que ni siquiera disfrazan al trabajo como un derecho social, sino como el puro derecho económico.
La acelerada innovación tecnológica, que según todos los pronósticos iba a garantizar la liberación constante de los trabajadores, reduciendo su jornada de trabajo y la intensidad de la explotación, se ha transformado en su opuesto, hoy los obreros compiten con las máquinas para producir y ganarse un espacio en la fábrica; la jornada de trabajo no solo que no se ha reducido, sino que por la destrucción de los salarios reales, los obreros se ven obligados a remendar sus ingresos, con horas extras u otros empleos. "Y es precisamente cuando el hombre ha achicado su estómago y la máquina ha agrandado su productividad, que los economistas nos predican (...) la religión de la abstinencia y el dogma del trabajo".
Ciento sesenta años después, los textos de Marx, que describían las atroces formas de explotación laboral en la Europa del siglo XIX, pueden ser los espejos donde se retrata la tragedia de nuestros hermanos inmigrantes en España, Italia, Inglaterra, en todo el rancio continente. "Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más execrable, más indignante, cuanta mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.(12)". El milagro aristotélico de que las máquinas de hilar no necesiten a alguien que las controle, para que el ser humano pueda vivir y dedicarse a pensar, a filosofar, se hizo añicos en el capitalismo.
Contrariamente a las peroratas de los fanáticos del trabajo, que exigen: "trabajar, trabajar, trabajar", si el trabajador que opera un equipo de precisión y por ende de alto precio, es sometido a condiciones de trabajo miserables, los resultados finales serán catastróficos, le conviene al capitalista tratarlo bien, mantenerlo satisfecho, con buena remuneración y condiciones óptimas de trabajo y seguridad, para que la máquina en vez de producir al 30% produzca al 99% de su capacidad.
Frente a las profecías de la "iglesia neoliberal" y a la ética "protestante-liberal", Napoleón Saltos, encuentra una armonía, entre el derecho al trabajo y el derecho al ocio creativo, como un elemento agitador del cambio: "reivindicar el derecho al trabajo y al ocio, en forma complementaria, como parte de un proceso de vida integral. Sólo allí la introducción del principio del buen vivir no se queda en frase lírica; y a su vez, el trabajo recobra su dimensión humana.". Quiero entender ese cambio, en la superación de la contradicción capital-trabajo, como un salto revolucionario, que parte de la primera gran "recuperación social", la recuperación del tiempo para el ocio, el único bien terrenal de los trabajadores, su fuerza de trabajo, transformándola en energía destinada al placer, el disfrute de la vida y su propia liberación. Esta causa de causas, flama de todos los tiempos, será encendida por la chispa de la rebelión del ocio.
El Derecho a la Pereza
Desde 1883, con una naciente industria, Paúl Lafargué, ya se atrevió a levantar la herejía revolucionaria del derecho al ocio, a la pereza; hoy como hace 130 años, no faltarán beatos funcionales, que pretendan opacar una demanda histórica de los trabajadores del mundo, la reducción de la jornada de trabajo, como parte de un proceso de lucha por el cambio del mundo. Rememoremos sus palabras, su fe y su ironía:
"Pero dura y larga venganza se lanzará a los moralistas que han pervertido la naturaleza humana, a los santurrones, a los soplones, a los hipócritas "y otras sectas semejantes de gente que se han disfrazado para engañar al mundo. Porque dando a entender al pueblo común que se ocupan sólo de la contemplación y la devoción, de ayunos y de la maceración de la sensualidad, y que comen sólo para sustentar y alimentar la pequeña fragilidad de su humanidad, por el contrario, se cagan. Curios simulant sed Bacchanalia vivunt.(4) Se lo puede leer en la letra grande e iluminada de sus rojos morros y vientres asquerosos, a no ser que se perfumen con azufre".(5)
En los días de grandes fiestas populares, donde, en vez de tragar el polvo como el 15 de agosto y el 14 de julio burgueses, los comunistas y colectivistas harán correr las botellas, trotar los jamones y volar los vasos; los miembros de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, los curas con traje largo o corto de la iglesia económica, católica, protestante, judía, positivista y librepensadora, los propagadores del malthusianismo y de la moral cristiana, altruista, independiente o sumisa, vestidos de amarillo, sostendrán la vela hasta quemarse los dedos y vivirán hambrientos junto a mujeres galas y mesas llenas de carnes, frutas y flores, y morirán de sed junto a toneles desbordantes. Cuatro veces al año, en el cambio de estación, como los perros de los afiladores de cuchillos, se los encadenará a grandes ruedas y durante diez horas se los condenará a moler el viento. Los abogados y los legistas sufrirán la misma pena.
En el régimen de pereza, para matar el tiempo que nos mata segundo a segundo, habrá espectáculos y representaciones teatrales todo el tiempo; será el trabajo adecuado para nuestros legisladores burgueses. Se los organizará en grupos recorriendo ferias y aldeas, dando representaciones legislativas. Los generales, con botas de montar, el pecho adornado con cordones, medallas, la cruz de la Legión de Honor, irán por las calles y las plazas, reclutando espectadores entre la buena gente.
En la barraca, se comenzará con la Farsa electoral. Ante los electores, con cabezas de madera y orejas de burro, los candidatos burgueses, vestidos con trajes de payasos, bailarán la danza de las libertades políticas, limpiándose la cara y el trasero con sus programas electorales con múltiples promesas, y hablando con lágrimas en los ojos de las miserias del pueblo y con voz estentórea de las glorias de Francia; y las cabezas de los electores rebuznarán a coro y firmemente: hi ho! hi ho!"
Notas:
1) Texto constitucional sobre el trabajo.
2) Alberto Beltrán, nacido en La Romana, República Dominicana, 5 de mayo de 1923, murió en Miami, el 2 de febrero de 1997. Es conocido en el argot musical como "El Negrito del Batey". El tema "El negrito del Batey" es un merengue de la inspiración de Medardo Guzmán, que lo catapultó a la fama.
3) Paúl Lafargué: yerno de Marx, fundador de tres partidos socialistas (el portugués, el español y el francés), militante de la Comuna , dirigente de primera línea de dos Internacionales (la primera y la segunda), uno de los pocos intelectuales de la Segunda Internacional respetado por Lenin, admirado por sindicalistas revolucionarios y odiado por anarquistas resentidos, Lafargue es uno de esos marxistas olvidados incluso por aquellos especialistas actuales en "revivir" marxistas "olvidados". No es extraño: a diferencia de otros, Lafargue no llora, ríe. (Revista Razón y Revolución).
4) Texto bíblico: "….maldita sea la tierra por tu culpa. Con trabajo sacarás de ella tu alimento todo el tiempo de tu vida. Ella te dará espinas y cardos, y comerás la hierba de los campos. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra pues de ella fuiste sacado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir".
5) Paúl Lafargué, El Derecho a la Pereza
6) Sacapinta: delincuente que para cometer sus fechorías callejeras, se viste bien.
7) Juan Ignacio Ramos: "Crac financiero y sobreproducción", abril de 2008
8) Carlos Marx. El Capital
9) P. Lafargué, El Derecho a la Pereza
10) N. Saltos: "Comparación Constitución 98 y Constitución 2008, PROPUESTAS ALTERNATIVAS", julio 2008.
11) N. Saltos: "Comparación Constitución 98 y Constitución 2008, PROPUESTAS ALTERNATIVAS", julio 2008.
12) C. Marx. Manifiesto del PC.
13)(4)"Simulan ser Curius y viven como Bacanales" (Juvenal).
14)(5)Pantagruel, libro II, capítulo LXXIV.