7 de octubre de 2023

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OBAMAMANÍA:: FIEBRE QUE MATA

Por: Eva Golinger.

22 de noviembre de 2008

¿Quién hubiera pensado que pueblos desde América Latina a Africa y de Asia a Europa estarían celebrando la elección de un nuevo presidente en Estados Unidos? Desde la madrugada del 5 de noviembre la prensa internacional ha estado reseñando las lágrimas felices y sonrisas euforícas que extienden del sur al norte. En los suburbios de Paris, donde residen principalmente inmigrantes africanos y árabes, al conocer la noticia sobre el ganador de las elecciones presidenciales estadounidenses gritaban, “por fin tenemos nuestro presidente”, olvidando entonces que también hay presidentes morenos y negros en Africa, Asia y América Latina.

El fenómeno “Obama” realmente es impresionante. Ni un solo día pasa que alguien no me pregunta por Obama, como si fuera el mesia o algun salvador que haya llegado para enterrar el imperio racista y opresor para siempre. Provoca gritar obscenidades cada vez que se escucha una pregunta o comentario sobre la “esperanza” y “cambio” que vendió la campaña más cara y perfecta de la historia. ¿Qué pasó con todo lo que sabemos sobre la manipulación mediática? ¿Las operaciones psicológicas? ¿Los intereses imperiales? Sorprende escuchar voces del mundo aplaudir la elección de un multi-millonario, oportunista, centro-demócrata, imperialista simplemente por su color de piel

El mundo estaba tan desesperado para un cambio en el país más poderoso que se dejó engañar por los medios de comunicación, por los discursos empaquetados que invocaban metáforos de esperanza y por la imagen de un hombre inteligente, poético y moreno. Pero ya la vela se haya levantando, la euforia se esta bajando y la resaca se intensifica

Con el primer nombramiento a su nuevo gabinente, el presidente-electo Obama confirma lo que la minoría no creyente sabíamos: su color de piel y su discurso suave no significaba que no continuaría la misma política imperial y capitalista que cualquier otro gobierno de Washington. Rahm Emanuel, su nuevo jefe del gabinete, quien tendrá la principal influencia sobre la política de un gobierno Obama, es un zionista, pro-Estado Israel, anti-palestino que aboga por más fuerza militar y presencia de Estados Unidos en el Medio Oriente para luchar contra el mundo musulman. Emanuel es pro-Guerra en Irak y apoya una acción militar contra Irán. Clasifica a Venezuela como un país que apoya los “estados terroristas” en el Medio Oriente (según Washington) y considera las relaciones entre el país suramericano y sus aliados árabes como una amenaza a la seguridad nacional de su país.

En los próximos días, se conocerán otros miembros de su nuevo gabinente que vienen de las antiguas administraciones de Bill Clinton, Jimmy Carter y hasta George W. Bush, a quien pensaban esas voces celebratorias llenas de esperanza que era la antítesis de Obama. En realidad, Bush es simplemente una ala extrema del mismo gobierno, de los mismos intereses. Se ha hablado de Colin Powell como un posible secretario de defensa o asesor de seguridad del presidente electo Obama, o Richard Holbrooke en los mismos cargos. Ese duo fue responsable por la primera Guerra contra Irak a comienzos de los noventa, y Powell tuvo un papel principal en la segunda Guerra contra Irak en 2003 mientras que Holbrooke fue arquitecto y ejecutor de los bombardeos contra Yugoslavia y otros países de Europa Oriental. La misma política bélica, la misma visión imperialista. ¿Dónde está el cambio?

La “obamamania” es un gran show que se ha presentado al mundo. Es un producto que se ha vendido a miles de millones de personas; un verdadero bestseller. Hasta la jihad en Irak – que aboga por la muerte del imperio estadounidense – expresó en un comunicado su felicidad por la elección de Obama y su esperanza de que todo cambiaría con el nuevo presidente moreno de nombre árabe. No puede ser que los pueblos son tan ingenuos que piensan que porque su nombre o su color de piel parece a los suyos tiene la misma ideología o visión del mundo. Solo hay que recordar un nombre: Condoleezza Rice. Como mujer, nunca tuve esperanza que Condoleezza lucharía por mi y las mías, ni que transformaría la actitud patriarcal de Washington. Más bien era obvio que solo perpetuaría lo mismo, debido a su propia ambición.

La fiebre Obama es alarmante, peligrosa y preocupante. Y puede matar si no se despiertan de la ilusión de que un nuevo día haya llegado en Estados Unidos. El cambio y la esperanza verdadera que existe en el mundo se encuentra en el vientre de América Latina, donde los pueblos en revolución se han levantado para liberarse de la dominación imperial y construir una nueva forma de sociedad colectiva, saludable y solidaria. No esperan que el norte se une al sur, hay que seguir adelante con la lucha por la humanidad sin falsas expectativas. Con Obama o sin Obama, ya Washington no es el líder mundial, son los pueblos del mundo que están asumiendo ese papel de liderazgo y que deben entonces dirigir sus sonrisas, su euforia y sus aplausos a ellos mismos.