7 de octubre de 2023

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LA MAYOR CRISIS ES ACERTARLE UN NOMBRE

Por: Eduardo Pérsico (*)

31 de octubre de 2008

En 1929 al calificarse a la más duradera y conocida crisis sistémica de la economía, muchos al principio la estimaron como Recesión, un término algo más benigno y que no descalificara tanto al capitalismo.

Pero ya existía en la economía una palabra más enérgica para explicar aquello similar a cuanto sucede en estos días de octubre del 2008: la Depresión, algo más hondo y duradero que suele darse frontalmente en el frenazo de la actividad, el debilitamiento de la demanda, la disminución del comercio internacional y la crecida de la desocupación, traducida más en la caída del poder adquisitivo de las clases más bajas. La Depresión, con mayúscula, es más duradera, dolorosa y contraria al progreso generalizado, bien delineada por esta instalada en estos días pese a los aullidos contrarios de sus responsables, los banqueros y sus propagandistas en las últimas décadas del neoliberalismo económico responsables del marasmo actual y que sobreviven desparramados por el mundo. Y en el caso puntual de América Latina, hablamos de un conjunto de temerarios personajes publicistas de las bondades del mercado, infalible hacedor que según ellos soluciona todo. Y por consiguiente, a ellos mismos los convierte en falsos teóricos enfrentados a todo tipo de control oficial sobre los hechos económicos, pero menos a la nacionalización de bancos y entidades financieras emprendidas por el Poder en Estados Unidos por mandato de la Reserva Federal; ¿y salvar sus propios dólares?

La crisis capitalista de estos días fue augurada por la quiebra imprevista en diciembre del 2006 del banco hipotecario Ownit Mortgate, de California, que otra vez remarcó la ineficiencia de la Reserva Federal de USA en su tarea de control de la entidades financieras. Aquí no intervino y aquello no ocurrió como una displicencia formal de los funcionarios de la FED, sino por la persistencia más ideológica que estructural entre los neoliberales: su pertinacia en confundir los efectos con las causas y anteponer su principio de producir dinero prestando dinero, - algo para pensar, ¿no?- y desentenderse, olvidarse o postergar como algo secundario al hecho decisivo de la economía; la producción de bienes de consumo que genera más trabajo con mayor demanda y aumento de los consumidores. Abreviando, digamos que la caída de casi 40% en el valor de acciones de General Motors hace dos semanas no fue consecuencia de las ‘hipotecas subprime’ ni la volatilidad de los mercados, sino por el nuevo encuadre mundial que afronta la industria automotriz norteamericana en la actualidad. Ford merodea por la quiebra y General Motors no se cae por una ocasional mala instancia financiera, - explicación repetida por los economistas neoliberales- sino por haber perdido el liderazgo comercial del negocio automotor ante el crecimiento de esa industria en el resto del mundo, principalmente en territorio asiático. La causa de su falta de competencia en el nuevo mercado quizá tenga sus explicaciones, - hoy entre las diez marcas de mayor demanda no figura ningún modelo de esa empresa- pero originó sus pérdidas inusuales en la bolsa de Valores de Wall Street. Un asunto medular y contradictorio, en cuanto por atenuar la profundidad de la crisis del sistema los responsables manotean el confuso recurso de poner al carro adelante de los caballos, error que según el estudioso economista John Kenneth Galbraith en su libro “El Dinero”, ha sido una constante de la Reserva Federal desde su creación.

Y veamos. Esta entidad, conocida como FED fue concebida en 1914 en USA para actuar ante cualquier pánico económico que se produjera y bien pronto, por 1920 y 1921 hubo trastornos que por sus gravedad anticipaban la Gran Depresión de 1929. “Hay muchos indicios, no rebatidos, de que la política del Sistema de la Reserva Federal empeoró mucho las cosas, contribuyendo a financiar la especulación anterior y ayudando a intensificar la siguiente contracción, tanto en 1020 como en 1929”. Y esa idea se fortalece con las cifras sobre quiebras bancarias veinte años antes del la FED, que hubo 1.748, contra las 15.502 del mismo período posterior al funcionamiento del organismo. Y Edward J.Kane, un economista más reciente hablando del mito de la Reserva Independiente allá por 1980, sostiene que la inmunidad de la Reserva fue siempre /debilitadora de la economía real por su inevitable ineptitud para intervenir en mercados específicos y la extraordinaria afición a la charlatanería de cada uno de sus miembros. / Y hoy, última semana de octubre del 2008 y cuando las bolsas de valores en el mundo siguen cayendo, los economistas neoliberales aún se obstinan en convencernos de que ni bien amaine esa Inesperada Consecuencia también desaparecerán las Causas y otra vez el Capitalismo bienhechor florecerá como nunca y la humanidad volverá ha ser todavía más feliz que ayer… Por ahora estos empleados del Poder, feroces enemigos de los controles del Estado cualquiera sea y de las planificaciones económicas más distributivas, siguen adorando a los antiguos dioses que provocaron esta calamidad, pontificando ‘el mercado soluciona todo y sin financistas todos moriríamos de hambre y se acabaría el mundo’; pero no pensemos que solamente integran una comparsa de cómicos ni ideólogos obstinados en teorías que vienen cayendo diariamente. Tampoco son apenas sencillos ignorantes que repiten los dictados de sus promotores, eso también, pero vale pensar que trabajan en un proyecto que además de pretender reciclar el capitalismo quiere hacerlo volviendo a los viejos hábitos. Aquello no solamente anteriores al crecimiento de nuevas potencias en el mundo, sino un poco más atrás; estos tipos tal vez intenten retornar al tiempo previo de la revolución francesa.

(Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina).