7 de octubre de 2023

INICIO > OTRAS SECCIONES > Documentos

CARLOS MARX: LA FUERZA VITAL DE SU DOCTRINA

Por: Humberto Pliego Arenas.

4 de enero de 2008

I.- Introducción

Cuando se cumplen 184 años del nacimiento de Carlos Marx (5 de mayo de 1818) y cuando se padece una brutal ofensiva hegemónica del imperialismo en su modelo neoliberal globalizador, para profundizar la más desenfrenada explotación de los seres humanos; para aumentar en especial el cautiverio y la miseria de los trabajadores y de sus familias; para enajenar, humillar y conducir a la ruina a los pueblos débiles; para promover los extravíos humanos, degradar la educación y la cultura; para pretender liquidar la soberanía de los Estados nacionales; etcétera, es necesario y urgente que se renueve en nuestra época, en el mundo unipolar, la práctica del movimiento revolucionario mundial, pertrechado con la plena comprensión de la doctrina marxista, como guía para la acción, como instrumento de combate, para orientar y fortalecer la lucha contra la esencia agresiva y explotadora del imperialismo, que bajo la presión de sus fuerzas más reaccionarias prepara nuevas "agresiones terroristas" contra los pueblos débiles, impulsa de nueva cuenta una economía militarista y espolea, otra vez, la carrera de los armamentos.

No abandonar ni aplicar mal la doctrina de Marx -como aconteció en la caída del socialismo como sistema- sino demostrar convincentemente una y otra vez, la validez, la justeza y eficiencia del marxismo, no como una colección de fórmulas, sino como una doctrina viva y en desarrollo, orgánicamente vinculada a la vida.

Todo ello a pesar de que los adversarios e ideólogos burgueses repitan inútilmente su supuesta caducidad y hagan -como en el pasado- todo lo que sea para denigrar, adulterar o rebajar la ideología socialista, proletaria, científica, marxista-leninista, apoyados por nuevos tergiversadores de la doctrina marxista, trátese de revisionistas, dogmáticos u oportunistas de nuevo cuño.

La doctrina de Marx no envejece, pues su unidad orgánica con los requerimientos del desarrollo social, con los intereses de la clase obrera, de todos los trabajadores y, al fin y al cabo de toda la humanidad progresista: he ahí la fuente fundamental de la fuerza inagotable de la doctrina de Marx, de su permanente actualidad.

El presente y el futuro son objeto de la constante preocupación de los comunistas del mundo entero. La doctrina de Marx y su metodología dialéctica exigen que las cuestiones se planteen en un plano histórico, sin limitarse a una explicación del pasado, sino previendo además sin temor el porvenir, realizando con optimismo y audacia una actividad práctica encaminada a hacer realidad la previsión de las perspectivas reales del futuro.

Para ello, es ineludible aplicar con sentido creador la doctrina de Marx y comprender a fondo su base científica.

II.- La formación del marxismo

Es difícil encontrar en toda la historia del siglo XIX un hombre que haya dedicado en bien de la humanidad la obra de toda su vida. Un hombre que por su actividad política y su obra científica haya orientado y determinado la dirección del pensamiento humano, explicado racionalmente los fenómenos naturales y sociales e influido en la acción práctica de muchas generaciones. Ese hombre fue Carlos Marx, cuya idea de servir a la humanidad le llevó a servir al proletariado, a la clase explotada y humillada, pero capaz de liberarse a sí misma, y al propio tiempo liberar a la humanidad de todo yugo, de toda enajenación y de toda explotación. En la gran lucha por la causa del proletariado, Carlos Marx encontró en Federico Engels, no sólo un gran amigo y compañero, sino un ser excepcional en quien halló la completa identidad de sus ideas y concepciones.

En esa época, 1848, eran los únicos hombres en el mundo que habían estudiado de manera integral la cultura del pasado y con ello, fundamentaron la plena cognoscibilidad del mundo, la viabilidad de la actividad humana racional, descubrieron las leyes del proceso social y la necesidad objetiva de la transformación de la sociedad, orientada a suprimir para siempre la explotación del hombre por el hombre. Eran los únicos hombres en el mundo que habían entendido muy bien la situación de la clase obrera y comprendido de igual manera el mecanismo de la sociedad capitalista, su esencia generadora de ganancia a costa de la explotación de los trabajadores. Habían entendido a plenitud, que el resultado económico más notable de la destrucción del feudalismo fue la Revolución Industrial que produjo un gran ascenso de la producción material y del rendimiento del trabajo. Pero también, se dieron cuenta que el auge colosal de la producción y del rendimiento del trabajo y la riqueza social, no aportó mejoramiento material alguno para las masas populares. Que se producía la acumulación de la fortuna en un polo de la sociedad y la miseria en el otro, la anarquía de la producción, la proletarización forzada de los pequeños productores, la despiadada explotación de los obreros, pésimas condiciones de vivienda, multas, castigos, bajos salarios, largas jornadas de trabajo. Comprendieron a fondo que al inaugurarse la marcha triunfal del capitalismo se iniciaba también la lucha entre el capitalista y el obrero asalariado. La aurora de la era capitalista fue anunciada por la enemistad entre los patrones y obreros.

Marx y Engels estudiaron el proceso que en dramática lucha, hacía comprender a los proletarios que sus intereses eran frontalmente opuestos a los de los capitalistas y cómo la clase obrera empezó a plantear sus reivindicaciones inmediatas en acciones desesperadas y violentas y en huelgas de carácter espontáneo e inorganizado; cómo van surgiendo los sindicatos, las teorías sindicales y el movimiento proletario clasista.

Marx y Engels elaboraron en etapas sucesivas, una doctrina que traducía y formulaba científicamente las demandas radicales del movimiento obrero, el cual vagaba en las tinieblas, carente de una justa teoría revolucionaria.

El primer fruto de la colaboración entre Marx y Engels es La Sagrada Familia, escrita de acuerdo con un plan común, pero cada uno escribió sus capítulos independientemente, y la mayor parte del texto le corresponde a Marx. En la obra son tratados problemas filosóficos, sociológicos, de economía política y comunismo científico, de historia, derecho, ética, estética, psicología y ateísmo. En síntesis, el marxismo en su complicado proceso de formación, aparece ya en La Sagrada Familia, como una doctrina multifacética. Ninguno de sus aspectos existe aisladamente, sino ligado de uno u otro modo a los demás. Pero aún no se ha definido la lógica interna total de la doctrina: están elaborados en detalles sus elementos estructurales, pero faltan ciertas ideas generalizadoras, que cimentarán estos elementos en un todo armónico.

De la gran diversidad de factores que influyen en el curso de la historia, laberinto por el que durante siglos había vagado el pensamiento filosófico y político, Carlos Marx y Federico Engels tomaron lo más sustancial: la dialéctica de la interacción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas. A cierto nivel de desarrollo de estas últimas, las relaciones de propiedad predominantes resultan estrechas para ellas, se convierten en grilletes y deben ser destruidas. Esta necesidad, empero no se satisface por sí sola, sino como resultado de la lucha de clases, del derrocamiento revolucionario del régimen ya caduco y el establecimiento de un nuevo régimen económico y político.

Y así surge la armazón de la estructura, aparece en la Ideología Alemana, segunda obra conjunta de Marx y Engels, que fue no sólo ideada, sino escrita conjuntamente: recorrieron juntos todo el camino de la escritura compartiendo las alegrías y los martirios del proceso creador. Las ideas promovidas en esta obra sobre la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción como fuente del automovimiento de la historia y sobre las formaciones socioeconómicas como sustitución consecuente de las grandes etapas de ese movimiento, colocaron los cimientos de la doctrina marxista, fundiendo sus partes en una concepción única. Desde este momento el marxismo existe como doctrina integral, en la que cada elemento ocupa su lugar en la estructura del todo íntegro.

III.- Leyes fundamentales de la dialéctica

En El capital, fundamentalmente está demostrado que la solución de la contradicción principal del capitalismo -la existente entre el carácter social de la producción y el modo privado de apropiación del producto-, sólo puede conducir al triunfo de las relaciones de producción, propias del socialismo.

"Toda la teoría de Marx -dice Lenin- es la aplicación de la teoría del desarrollo -en su forma más consecuente, más completa, más meditada y más rica de contenido- al capitalismo moderno". Era natural que a Marx se le plantease, por tanto, la cuestión de aplicar esta teoría también a la imperiosa bancarrota del capitalismo y al desarrollo futuro del comunismo.

En los estudios económicos de Marx ocupan un lugar singularísimo las leyes fundamentales de la dialéctica materialista, y, en particular, la ley de la unidad y la lucha de contrarios, que es la fuente del automovimiento y desarrollo de todas las cosas. El análisis concreto de un enorme material económico le lleva a demostrar que, en la realidad, los contrarios, además de excluirse y negarse, se condicionan recíprocamente. Precisamente la condicionalidad y la exclusión recíprocas de los contrarios hace necesaria la contradicción, la lucha entre ellos. Marx investiga muy diversas formas de desarrollo de las contradicciones internas y señala que la lucha de los contrarios es el contenido interno y la fuerza motriz del proceso de desarrollo y, en particular del paso de lo viejo a lo nuevo, de lo inferior a lo superior. "...El único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones".

Marx somete a una crítica profunda y exhaustiva la metafísica de la economía del capitalismo. Así al criticar a James Mill, que presentaba el capitalismo como un régimen "armónico", dice: "Allí donde la relación económica -y por consiguiente también las categorías que la expresan- contiene contrarios, es una contradicción, y justamente una unidad de contradicciones, él subraya el aspecto de la unidad de los contrarios y niega los contrarios. La unidad de los contrarios la convierte en identidad directa de estos contrarios".

Resulta curioso que la ley de la unidad y de la lucha de los contrarios, a la que los fundadores del marxismo dieron una base materialista, sigue hasta ahora siendo el objeto de infinitos ataques de los "recaderos" científicos de la burguesía, que niegan la existencia de contradicciones en la realidad objetiva, en su empeño de velar las escandalosas contradicciones del sistema capitalista. En los casos en que algunos filósofos burgueses llegan a admitir la existencia de contradicciones, niegan que sean la fuerza motriz del desarrollo. Otros afirman que la fuente del movimiento no está en el propio mundo material, sino fuera de él, en "dios".

Partiendo de la concepción materialista dialéctica de la naturaleza objetiva de las contradicciones internas, Marx examina en relación con ello el desarrollo de la formación capitalista. Toda la estructura de El Capital se caracteriza por el estudio del desarrollo de las contradicciones encerradas en una relación tan simple de la sociedad burguesa como es la mercancía: el análisis descubre en el sencillísimo fenómeno de intercambio de mercancías, el germen de todas las contradicciones de la sociedad moderna (contradicción entre el valor de uso y el valor, entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto, etcétera) Del análisis de las contradicciones de la economía mercantil simple, Marx pasa a las contradicciones de la producción mercantil-capitalista, entre el valor y la plusvalía, descubriendo más profundamente cada vez la esencia del modo capitalista de producción. El movimiento de los conceptos en El Capital refleja el desarrollo de las contradicciones de la propia realidad capitalista.

Al investigar las contradicciones del capitalismo y caracterizar la esencia de los cambios de clase que se producen en la sociedad burguesa, Marx pone de manifiesto la acción de la ley del paso de la cantidad a la cualidad en los fenómenos sociales. Así cuando analiza la conversión del maestro artesano en capitalista, señala cómo la gradual acumulación de dinero y de mercancías en manos de los distintos poseedores conduce en última instancia a una relación de producción cualitativamente nueva. "Aquí -dice- como en las ciencias naturales, se confirma la exactitud de aquella ley, descubierta por Hegel en su Lógica, según la cual, al llegar a un cierto punto, los cambios puramente cuantitativos se truecan en diferencias cualitativas". Pero si en Hegel esta ley se mostraba como el movimiento del concepto del ser puro, Marx investiga el carácter lógico de la transformación revolucionaria, a saltos, de los cambios cuantitativos en cualitativos dentro de la propia realidad material. Marx demuestra la universalidad real de la ley del paso de la cantidad a cualidad, mientras que para Hegel era solamente una ley del pensamiento, y además sólo en la fase inferior de su propio desarrollo.

El análisis de los procesos contradictorios del desarrollo del capitalismo conduce también a Marx a la interpretación materialista y a un ulterior impulso de la ley, formulada por Hegel, de la negación de la negación. Ya en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 señalaba que la concepción hegeliana de la negación, al ser concebida ésta por el idealista alemán como algo que se sucede en el pensamiento, no ostenta un carácter revolucionario, no es, de hecho, la ruptura radical del orden de cosas existente y el paso a una situación cualitativamente nueva. Contrariamente a Hegel, Marx muestra que la negación no significa la superación ideal, sino real de la anterior fase de desarrollo, de la vieja forma y del viejo contenido. Tal es, por ejemplo, el proceso de aparición de la propiedad privada capitalista, premisa histórica de la cual fue, como es sabido, la acumulación originaria del capital, la expropiación de los pequeños productores.

Anticipándose genialmente al futuro, Marx demuestra que la propiedad burguesa de la lógica objetiva de su desarrollo, conduce a su negación, a la revolución proletaria, la cual "no restaura la propiedad privada ya destruida -dice Marx-, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo".

IV.- La fuerza vital de la teoría marxista

El marxismo como ideología es la expresión teórica científica de los intereses cardinales de la clase obrera. Es natural que el marxismo surgiera y se desarrollara como sintetización de la práctica revolucionaria del movimiento obrero. Partiendo de ahí, se han de tomar como base para la periodización del desarrollo de la doctrina marxista las diferencias de las etapas fundamentales de la historia del movimiento obrero revolucionario que enriquecieron el marxismo con nueva experiencia.

"Nosotros -escribía Lenin- nos basamos íntegramente en la doctrina de Marx: ella transformó por primera vez el socialismo de utopía en ciencia, sentó los sólidos cimientos de esta ciencia y trazó el camino que debía seguirse para desarrollarla y elaborarla en todos sus aspectos".

La doctrina marxista relativa a la sociedad comunista venidera encarnó precisamente, los mejores anhelos y esperanzas en la humanidad. Y es una teoría que nada tiene de utópica. Los comunistas no se dedican a componer mitos para consolar y tanto menos dibujan cuadros apocalípticos para amenazar a la humanidad, sino que revelan, con métodos científicos, las leyes objetivas que constituyen la fuerza motriz del proceso histórico y, con base en ellas, señalan la perspectiva de éste: el comunismo, como el porvenir inevitable de la humanidad.

Por sus ideas y por su intransigencia revolucionaria, durante su época Marx fue odiado por las fuerzas reaccionarias. Toda su vida fue perseguido, hostilizado y difamado. A todo lo largo del siglo XX, los filósofos y sociólogos burgueses reaccionarios hicieron grandes esfuerzos para emponzoñar, falsificar y liquidar la doctrina marxista.

Al rendir homenaje a Carlos Marx, en el 184 aniversario de su natalicio, vale la pena recoger los siguientes párrafos que atestiguan las afirmaciones anteriores:

"Para acabar con las ideas marxistas fueron empuñadas todas las armas imaginables. Se pretendió enmudecerlas, ridiculizarlas, reducirlas a cenizas en los hornos de los campos de concentración y ahogar su voz con los estruendos de los cañones. Pero a pesar de todo, esas ideas encarnaron en acciones creadoras de millones de seres: arraigaron profundamente en muchos centros industriales y culturales y germinaron también en las naciones que empezaron a marchar por la senda de la liberación nacional y social. Resonaron en las cátedras universitarias, en la obra de ínclitos maestros de la cultura, ganaron a maestros de proletarios auténticos y de semiproletarios analfabetos e iluminaron el pensar y la creación de muchos artistas y hombres de ciencia. Desde los sórdidos pasillos y salones del Vaticano se inspiraron encíclicas contra la teoría del proletariado y desde el "Pentágono" y la "Casa Blanca" salían bárbaros y dólares para combatir y aniquilar el pensamiento de Marx".

El imperialismo y sus ideólogos, después de los amargos sucesos y los cambios regresivos que se dieron entre 1989 y 1991 en lo que fuera el mundo socialista, hablan ahora afanosamente de la "inviabilidad" de la doctrina filosófica del marxismo... Y, sin embargo ese pensamiento sigue vigente en sus aspectos esenciales, inspirando y guiando la lucha de los auténticos combatientes por la liberación del género humano.

Todo ello, porque el marxismo por su teoría y su método dialéctico materialista, tiene funciones vigentes, lo mismo en la esfera de la concepción científica del mundo, en la esfera de las transformaciones sociales revolucionarias; en la esfera de la metodología general de la actividad científica y en general del conocimiento y en la esfera ideológica, por lo que sigue siendo una base y una perspectiva para el desarrollo de los pueblos y para la plena liberación de la clase obrera y de todos los trabajadores.

En ello radica la fuerza vital de la teoría marxista.

Teoría y Práctica. Órgano de Teoría y Política
del Comité Central del Partido Popular Socialista de México
www.geocities.com/teoriaypractica