7 de octubre de 2023

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BOLIVIA: OLIGARCAS Y ESCLAVOS

Por: Ernesto Joaniquina Hidalgo.

28 de abril de 2008

Desde aquellas horas cívicas cuando todos los alumnos coreábamos al unísono nuestros himnos nacionales no tanto por el fervor patriótico que nos inculcaban nuestros mentores sino por ese temor a equivocarnos ya que no falta la mirada sibilina del regente con ese aspecto grave que infundía recelo al verlo acompasando el orfeón con los golpes de un palo en la palma de su mano. Así aprendimos de cabo a rabo las notas musicales del himno nacional como ese bis sugerente de nuestra última estrofa: “…morir antes que esclavos vivir”, palabras de una profunda connotación libertaria que no tardaron en exponerse porque desde que nacimos fuimos creciendo acompañados de revueltas, de rebeliones frustradas, manifestaciones convulsivas con ese olor a dinamita.

Pese a este largo periplo de luchas, de inmolaciones y sangre vertida del pueblo pudo más la capitulación de los detractores de todo pelaje a lo largo de la historia boliviana y ese estribillo registrado en nuestro subconsciente sigue siendo eso, sólo un canto épico porque aún nos cuesta comprender que el cambio y la transformación social no viene por antonomasia ni por un cúmulo de mesiánicos revolucionarios dirigiendo los destinos del país, sino que somos también nosotros los sujetos activos de este cambio, el pueblo organizado, cada uno de los moradores a lo largo y ancho de la patria y los miles de compatriotas diseminados por el éxodo que provoca la pobreza. Desde el sitial donde nos encontremos debemos decirle a este sistema injusto que extendió la brecha de los pobres, a este sistema egoísta del mercado, nocivo y devastador, que acaudala fortunas con el hambre de los pueblos: Basta!!!

Baja el telón y se desnuda una realidad oculta en las tierras del Chaco boliviano, en plena luz de la soberbia del discurso autonómico que sólo engendra tirria entre los pueblos, los latifundistas bajo la mordaza y el garrote esclavizan a moradores de estas tierras y familias integras llevan una vida de cautivos por un plato de comida, lugares donde nunca llegó el Estado, esa patria al cual le dedicamos inspiración, jamás se acordó del desarrollo integral del país, estas tierras y poblaciones del Chaco no cuentan hasta ahora con los servicios básicos, las comunidades en un 100% carecen de agua potable, sólo un 20 % está conectado a un sistema obsoleto de alcantarilla y luz eléctrica, niños sin escuela y enfermos sin hospitales, ninguna de las conexiones viales entre comunidades tiene caminos ripiados, mientras hablamos de ser potenciales productores energéticos, el pueblo guaraní no tiene gas en sus tugurios y viven con el fogón de la ironía y una vida de esclavos en las fincas de los caciques, latifundistas de toda ralea que conspiran y urden al compás de la oligarquía separatista de los corporativistas.

Este jirón de tierra Chaqueña con una superficie de 127.754 km2 y una población de 362.849 habitantes ha tomado el destino en sus manos y surge del olvido porque ya no cree en el discurso zalamero de los clanes familiares y las logias racistas de esa “media luna” interesada como moscas a la miel en los yacimientos de estas tierras. El Chaco fue siempre un pueblo ignorado y discriminado por las burocracias departamentales de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz que nunca hicieron nada por esta región.

Esta es la Bolivia actual, desgarradora y con modos de producción pre-capitalistas la que debe de cambiar, una verdad que nos cuesta entender porque la hacemos ajena aún viéndola. Esta realidad nos pone lívidos y nos da coletazos de conciencia, nos recuerda que no debemos callar o peor aún tapar el sol con un dedo que lo que se devela en el Chaco boliviano no es más que ese modo de producción feudal y esclavista que aún no la hemos superado, no podemos callar ya que el silencio también nos hace cómplices como cómplice es aquella declaración desaprensiva que hizo el cardenal católico Julio Terrazas quién blasfemia contra la verdad e ignora al pueblo desamparado de Luis Espinal Camps, del padre Julio Tumiri y de todos los fieles que defendieron y luchan al lado de los pobres, una bifurcación de la fe al momento de la verdad y un recelo tan justificado como el que sentía el camarada Casiano antes de partir a Teoponte: “Que dios ayuda los pobres tal vez si o tal vez no, pero estoy seguro que almuerza en la mesa del patrón”(Benjo Cruz).

Tenemos mucho por recorrer y a veces se hace más tortuoso el camino cuando a los pueblos los quieren desmembrar justificando que el meollo del problema está en la autonomía y no así en la explotación humana y la avidez de seguir acumulando fortunas con el control de las riquezas naturales. Se recurre al chantaje abierto como los ofrecimientos que hace Rubén Costas al pueblo cruceño si triunfa la autonomía. Tanto cinismo y coacción junto a su séquito de oligarcas que recibiendo las subvenciones del diesel con el dinero del pueblo prefieren exportar el aceite comestible olvidándose del hambre que se siente abajo, es decir por debajo del hombro como acostumbran a mirar al pueblo. Eso es hacer patria?

Cuando pienso en estos reyes chiquitos y en esta esclavitud que practican con el pueblo, me acuerdo del poeta de los niños, de este nuestro tarijeño que nunca fue prefecto ni lunático, hablo del verdadero Chapaco Oscar Alfaro que nos legara su poesía antes de partir:” El pájaro revolucionario”

Este viaje emprendido por los excluidos y vilipendiados de la patria continua su recorrido y es imparable porque adquiere una dimensión casi profética como aquellas palabras de Fidel cuando se refería a la esperanza y el cambio ”(…) Este continente lleva en su vientre una criatura que se llama revolución, que viene en camino y que inexorablemente por ley biológica, por ley social, por ley de la historia tiene que nacer. Y nacerá de una forma o de otra, el parto será institucional, en un hospital, serán médicos ilustres o será la partera quien recoja la criatura, pero de todas maneras habrá parto”.