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Murió José Mujica, impulsor del neoliberalismo-social
Por Gabriel Adrian
José Mujica ha muerto a la edad de 89 años. Un político uruguayo que fue exguerrillero tupamaro y ex presidente de su país, quien fue puesto en la cúspide de la izquierda por su gobierno que aumentó el gasto social, además, por la modestia que proclamaba como su forma de vida. Al respecto, hay que completar la historia para que no nos acostumbremos a contarla por retazos o según algunas coyunturales conveniencias. Mujica fue, además de lo dicho, uno de los mayores impulsores del neoliberalismo-social que caracterizó a otros gobiernos de centroizquierda como, por ejemplo, los de Chávez y Maduro en Venezuela, Morales en Bolivia y Correa en Ecuador. Estos gobiernos se acostumbraron y aún acostumbran a perorar con sus diatribas contra el imperialismo yanqui, y sin embargo hacen suculentos negociados con empresas multinacionales. Aumentan el gasto social para siempre mantener a rajatabla los lineamientos del proyecto neoliberal. Es decir, garantizan las condiciones de acumulación y ganancia para el gran capital nacional y transnacional.
La participación del capital en el Producto Bruto Interno se mantuvo relativamente estable durante el gobierno de Mujica: entre el 32% y el 28% entre 2010 y 2014. El porcentaje de los salarios de empleados y obreros también se mantuvo estable, entre el 21% y 23%. El economista Jorge Nato, que llevó a cabo una investigación sobre este asunto, sostiene que “La estabilidad de los resultados muestra que no hubo redistribución, los ingresos del capital no fueron afectados y su magnitud indica que es posible aumentar la tasa del IRAE (Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas) y reducir las exoneraciones a las inversiones”. (1) Lo cual evidencia que el gobierno de Mujica no contribuyó a una redistribución real de la riqueza. Es más, su gobierno de “Socialismo del Siglo XXI” contribuyó a garantizar las ganancias del gran capital en Uruguay.
No se puede justificar a Mujica, afirmando que solo estuvo en el gobierno cinco años y que no pudo hacer nada. Él fue sucesor de Tabaré Vásquez (2005-2010); por ello, su gobierno fue uno de continuidad del Frente Amplio. El apego del gobierno de Mujica por el gran capital, también en detrimento de la ecología, fue analizado en un artículo de Juan Luis Berterretche que reproducimos en 2013. El autor se refiere a un discurso de Mujica ante la ONU en los siguientes términos:
“Luego con descaro y cinismo [Mujica] condena un pecado del cual él es principal responsable protagónico: ‘Prometemos una vida de derroche y despilfarro, y en el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza, contra la humanidad como futuro’. Parecería que Mujica nada tuvo que ver con la actual extensión de los plantíos de soja en Uruguay que es de 1 millón 275 mil hectáreas, o 12.750 km2 -una superficie mayor que Líbano-, o el millón de hectáreas apropiadas por las pasteras de celulosa para transformarlas en ‘desierto verde’ de eucaliptos. Sin embargo, fue el propio gobierno del Frente Amplio el responsable de iniciar ‘esa cuenta regresiva contra la naturaleza’ en el país. Esa escalada de guerra química contra la naturaleza fue promovida por José Mujica cuando fue ministro de ganadería, agricultura y pesca (MGAP) en la presidencia de Tabaré Vásquez. Fue en esos años que la empresa Monsanto invadió sin control con sus semillas transgénicas, y que las pasteras de celulosa imperialistas se instalaron en el país. El ministerio agrícola de Mujica tiene, además, el triste récord de la mayor extranjerización de la tierra en la historia de Uruguay. Proceso continuado, luego, bajo la presidencia del propio José Mujica por el ministro Tabaré Aguerre que opera abiertamente como apoderado de los intereses de Monsanto, realizando gestiones en el marco de su visita a China, para que ese país apruebe la autorización de la soja Tecnología Intacta RR2 PRO que Monsanto pretende imponer en las zafras 2013-2014 del enclave sojero sudamericano”. (2)
El conocido biólogo-social Eduardo Gudynas fue uno de los más enconados críticos del Frente Amplio y de Mujica por su política extractivista a través de la cual se expolian los recursos naturales en beneficio del gran capital. En 2018, la transnacional Zamin Ferrous, con sede en la India demandó a Uruguay por no la explotación de la mina de hierro Aratirí. Gudynas evidenció, de este modo, la actuación de Mujica en la adjudicación del proyecto a la transnacional:
“Son ciertas las responsabilidades de Mujica en imponer la faraónica idea de explotar el hierro de Valentines, y sus preferencias fueron claras: en aquellos años se reunió varias veces con el empresario de la India pero nunca con los productores rurales de Valentines; impuso una ley de megaminería a medida para esa empresa; amenazó con desmembrar al Ministerio de Vivienda y Ambiente para que no entorpeciera las negociaciones; cambió áreas protegidas para que no interfirieran con su mineraloducto; y aseguró que construiría un puerto en la costa rochense”. (3)
Gudynas criticaba que su práctica se desdecía de su discurso de protección del medio ambiente. Pero la doble cara de Mujica fue también criticada por el ex-Tupamaro Jorge Zabalza, quien en una entrevista brindada en 2014 sostuvo lo siguiente sobre el Frente Amplio y el recientemente fallecido político uruguayo:
“Mujica siempre apoyó el modelo económico que patrocinaba el actual vicepresidente Danilo Astori, ligado a las corporaciones multinacionales. En lo fundamental, Tabaré, Mujica y Astori, tienen una coincidencia plena en el ‘Uruguay productivo’ que tenemos: plantar soja transgénica con agrotóxicos, forestación de eucaliptus y de pinos, megaminería. Un país absolutamente dependiente de las corporaciones: gobierna el país el capital extranjero. Ellos lo único que hacen es cambiar el escenario para no cambiar nada: un año Tabaré, luego Mujica, ahora volvería Tabaré nuevamente. Disfrazan el discurso y la apariencia, un día Mujica se hace el populachero, otro día filosofa, siempre con grandes contradicciones, o grandes discursos para después hacer todo lo contrario.” (4)
A Mujica lo han encumbrado (mitificado) como el ex-guerrillero que llegó a ser presidente. Sin embargo, él mismo se ha encargado de adocenar ese pasado: de hacerlo más comestible para la gran burguesía. Por ejemplo, afirmaba que los Tupamaros defendían la democracia. Sus ex-compañeros afirman que esto es falso, que los Tupamaros luchaban por el socialismo. De igual manera, estos ex- compañeros no le perdonan su llamado a la reconciliación con los militares responsables de crímenes, desapariciones y torturas en la represión contra la guerrilla y el pueblo. En 2014, Mujica impulsó una medida gracias a la cual militares presos por estos delitos puedan cumplir el fin de su condena tras haber alcanzado cierta edad. (5) Esos “pobres viejitos” asesinos y torturadores nunca se arrepintieron ni dieron información sobre los desparecidos. Para algunos incautos, aquello podrá cimentar la imagen de humanista y bonachón del expresidente; pero ahoga, en la injusticia e impunidad del perdón católico, los gritos de los compañeros y las compañeras torturados y ejecutados por las fuerzas represivas del Estado uruguayo.
Sus apologetas resaltan su estilo de vida austero, como si ello fuese un antídoto contra la corrupción. El evidente fortalecimiento del neoliberalismo en Uruguay, durante el gobierno de Mujica, muestra que el hecho que no se enriquezca personalmente no significa que no sustente un sistema injusto. En el Perú, hubo un Presidente como Fernando Belaúnde (1980-1985) que no dio señales exteriores de riqueza, pero que fortaleció la economía libre de mercado favoreciendo el gran capital y llevó a cabo las mayores masacres contra el campesinado indefenso en el marco de la guerra contrasubversiva.
En resumen, durante su gobierno solamente se benefició el gran capital nacional y transnacional, además de haber claudicado a sus principios que decía defender, siguió impulsando el extractivismo neoliberal, practicó el pragmatismo y luego de su gobierno puso como foco la conciliación de clases a partir del diálogo en defensa de la democracia (burguesa), cuestionando el consumismo, pero sin afectar al sistema. Después de muerto, Mujica exacerba simpatías por su discurso y su vida austera. Tal como despiertan simpatías los últimos dos Papas: Francisco y León XIV. Francisco, al ponerse zapatos negros y no los tradicionales zapatos rojos, en un gesto de sencillez, no impidió que sea funcional a los intereses hegemónicos de la Curia Católica. Por lo general, ciertas representaciones simbólicas, son solo eso: meros gestos inocuos contra el poder. Todos estos personajes son mediáticamente levantados por su verborrea crítica a un sistema injusto. Es cómodo criticar si no se lleva a cabo acciones de transformación real.
Puede resultar comprensible, hasta cierto punto, que Mujica y otros llamados centroizquierdistas aparezcan como ultrarevolucionarios en tiempos de la derecha filo fascista, con especímenes como Trump y Milei entre otros. Lo que no se suele comprender, a menudo, es que José Mujica, como otros centroizquierdistas, no hacen sino fortalecer el sistema capitalista hoy en su fase neoliberal: haciendo que sobreviva y volviéndolo digerible para los pueblos del mundo. Los centroizquierdistas son la socialdemocracia moderna (mucho menos social que la clásica, dicho sea de paso), aquella que se organizó para combatir y liquidar el comunismo a principios del Siglo XX en Europa.
Notas:
(1) Jorge Notaro: Los ingresos del trabajo asalariado y del capital. Uruguay 2008-2014, en: Geymonat, Juan (Ed.) (2021) Los de Arriba. Estudios sobre la riqueza en Uruguay, p. 31
https://coprofam.org/wp-content/upl...
(2) http://www.eldiariointernacional.co...
(3) https://semanariovoces.com/aratiri-...
(4) https://rebelion.org/si-el-frente-a...
(5) https://www.infobae.com/2014/11/04/...