7 de octubre de 2023

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Crisis política en Bolivia

Colectivo Peru.Comuna

10 de noviembre de 2019

Tomado de: Perú.Comuna colectivo de creación & crítica

Nota de redacción: Este artículo fue publicado en el momento que la policía empezaba a amotinarse contra el gobierno. A la hora de la edición, Evo Morales dimitió. El Ejército había anunciado antes que no saldrían a las calles a mantener el orden. Sus fuerzas represivas le daban la espalda a Morales. Las organizaciones sociales que eran la base de Morales también le estaban dando la espalda o no tenían la capacidad de responder a la masiva movilización.

Bolivia tiene dos semanas de paro cívico nacional, tiempo en que la policía arrestó a más de 200 movilizados, pero estos le infligieron heridas a 60 de sus efectivos; así como hay dos ciudadanos muertos, en la localidad de Montero en el departamento de Santa Cruz. Todo empezó el 20 de octubre, cuando se desarrollaron las elecciones. El proceso electoral fue muy distinto a otros, pues solo se permitió que los resultados a boca de urna, una vez acabada la contienda electoral, sean presentados por una empresa novel en Bolivia en el rubro de mediciones del comportamiento electoral. Se trata de VíaCiencia, a la que paralelamente se sumaría el conteo rápido de un sistema propio del Tribunal Supremo Electoral (TSE) llamado Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP).

Inusitadamente, el primer flash informativo del conteo rápido de votos se haría a las 20:00 horas, cuando la costumbre suele ser que estos resultados se proporcionen a la población entre las 18:00 a 19:00. El TREP fue el primero en dar los resultados y varios minutos después de las 20:00 con un conteo que abarcaba como muestra a más del 83% del electorado, donde se presagiaba que habría una segunda vuelta entre Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), y Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, puesto que ninguno de los dos llegó al 50%, y la diferencia entre ambos contendientes no rebasaba el 10%, de hecho era de alrededor del 7% y fracción. Luego, VíaCiencia emitió sus resultados de su conteo rápido al 100% donde ninguno de los candidatos había llegado al 50%: la diferencia entre Morales y Mesa era de solo 4,5%.

De pronto, el candidato Mesa se dirigió a la ciudadanía para proclamar que había ingresado a la segunda vuelta electoral; situación que rompía la hegemonía de Morales en las tres anteriores elecciones presidenciales, cuando había ganado con votaciones que superaban el 50 e incluso el 60%. Aproximadamente una hora después, Morales dio un discurso autoproclamándose ganador de las elecciones en primera vuelta, pese a los resultados iniciales.

Hasta ese momento, el anuncio de Morales estaba reñido con las tendencias ofrecidas por VíaCiencia y la TREP, pues todo hacía presagiar que habría una segunda vuelta electoral para el mes de diciembre; pero, luego del mensaje de Evo Morales, cual si fuese una orden para el TSE, súbitamente se cortó el conteo de votos de la TREP y continuó solo el cómputo general oficial. La TREP fue reanudada inexplicablemente luego de 22 horas, mostrándose un fuerte cambio de tendencias por el cual el MAS de Morales aventajaba a Mesa por más del 10%: un hecho que desató una respuesta furibunda en vastos sectores de la población que denunciaron que se estaba presenciando un gigantesco fraude electoral.

Evo Morales lleva ya casi 14 años en la presidencia de Bolivia (la asumió el 22 de enero del 2006), y este sería su cuarto mandato. Pese a que la constitución política boliviana del 2009 solo admite una reelección, sus asesores jurídicos se las arreglaron para que participe en una segunda reelección, en el 2014, sosteniendo que con la nueva constitución esa era su primera reelección (argumentación jurídica similar a la hecha por Alberto Fujimori, en el Perú, para ser candidato en el 2000).

Para habilitarse a una tercera reelección, Morales convocó a un referéndum el 21 de febrero del 2016, para modificar la constitución boliviana —conocido como el 21F—, y que permitiese su reelección indefinida, como alguna vez lo hizo el comandante Chávez en Venezuela. No obstante, Morales sufrió su primer importante revés electoral, dado que la mayoría de los electores bolivianos optó por que no haya reelección. Hacia fines del 2016, Morales eludió la derrota en el referéndum, al lograr que los miembros del Tribunal Constitucional —única institución con potestad de interpretar la carta magna— señalasen que aquel podía habilitarse a una tercera reelección por ser este su derecho humano; hecho que motivó la aparición de múltiples agrupaciones ciudadanas que rechazaban que Morales se perpetúe en el poder.

Las múltiples denuncias de fraude electoral han sido acompañadas con la aparición de actas electorales en lugares donde no corresponde: casas particulares, basureros, etcétera. También, el ciudadano Edgar Villegas —que encabeza un grupo de informáticos—, en un programa de Televisión Universitaria de La Paz, mostró comparaciones entre las actas manejadas por la TREP y el cómputo general oficial; y explicó que hubo alteración de votos que podría llegar hasta el 3% del total de actas escrutadas. Muchas personas también detectaron que familiares fallecidos aparecían habilitados para votar en las elecciones. Por su parte, el gobierno señala que lo mencionado por dicho ingeniero y los demás sectores de la población es inexacto, que se pretende desconocer el voto rural campesino, debido a que ciertos sectores de la población citadina boliviana son racistas y minimizan el voto campesino, que es un voto indígena. Además, señala Evo Morales que la oposición ya denunciaba el fraude desde hace medio año, lo que evidenciaba ciertas intenciones golpistas.

Por su lado, la oposición a este gobierno informa que las denuncias de fraudes previas a las elecciones se sustentaban en un inusual movimiento de personal que ocupaba cargos claves en el departamento de informática del Órgano Electoral Plurinacional (OEP) y su TSE. Además, se detectó una sospechosa masiva inscripción electoral en el departamento de Pando, uno de los que tiene menor población (considerando que cualquier movimiento de esta índole puede ser decisivo en la consecución de senadores y diputados plurinominales). Estas revelaciones motivaron la renuncia del vicepresidente del TSE, Antonio Costas, así como de miembros de algunos tribunales electorales departamentales (TED) como de Chuquisaca y Beni.
Ante las incesantes denuncias de fraude, el gobierno de Morales ha optado por invitar a una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para que realice una auditoría al proceso electoral, aunque en un primer momento no quedó claro si esta auditoría tendría efectos vinculantes. Muchos ciudadanos bolivianos dudan que sea efectiva, porque el TSE ha cerrado el cómputo general al 100%, pese a que quedaban algunas actas electorales observadas en las que se debía haber realizado una nueva votación, y prácticamente ha proclamado como vencedor en primera vuelta de la contienda electoral a Evo Morales. Además, se acusa al Secretario General de la OEA de estar cercano al presidente Morales ya que, en su momento, dio el visto bueno para que este pueda reelegirse por tercera vez. De todas formas, la comisión que realizará la auditoría electoral de la OEA se encuentra en Bolivia desde el jueves 31 de octubre. Ciertos sectores de la población, contrarios a Evo Morales, vienen realizando multitudinarias vigilias en las afueras del hotel donde se encuentran hospedados los miembros de dicha comisión.

El escenario principal de confrontación que el pueblo boliviano tiene ahora es la calle, donde se evidencia un fuerte pulso entre gente a favor y en contra de Evo Morales. Desde las primeras horas, después de culminadas las elecciones, hubo movilizaciones en todo el país, con ataque a las sedes del OEP en Tarija, Sucre y Potosí. Asimismo, se inició un paro cívico en todo el territorio boliviano, y también fuerte movilización en todo el departamento de Santa Cruz. La mayoría de los movilizados en las calles son jóvenes milennialsy centennials, entre 20 y 30 años, algunos de los cuales solo tienen recuerdos de Evo Morales como presidente, y son las primeras protestas en las que participan en sus vidas.

Por su parte, los seguidores de Evo Morales también han ocupado las calles: principalmente, funcionarios públicos que trabajan en las distintas reparticiones del gobierno central, mineros y campesinos. Se decía que Morales estaba protegido por las organizaciones sociales del país, aglutinadas en el Consejo Nacional para el Cambio (CONALCAM); pero algunas de estas organizaciones no han mostrado un decidido apoyo a Morales. Todas las ciudades de Bolivia están resguardadas por la policía nacional, que ha usado sus consabidas tácticas de disuasión: uso de bombas lacrimógenas, armas con balines de goma, arrestos a cerca de dos centenas de ciudadanos; mientras que los enfrentamientos más enconados se producen entre los ciudadanos movilizados en contra de Evo Morales y los miembros de las organizaciones sociales. Fue en esas circunstancias que perdieron la vida dos ciudadanos de la localidad de Montero, por alcance de balas que no fueron disparadas por la policía boliviana, sino por grupos de personas civiles armadas aún no identificadas.

Aparte de las denuncias de fraude electoral del 20 de octubre, así como la persistente frustración de que no se haya respetado la decisión del referéndum del 21F, uno de los más serios cuestionamientos que se le hace a Evo Morales es que luego de 14 años en el poder ha acaparado casi todas las instancias estatales: como el Poder Legislativo, Poder Judicial, Ministerio Público, Órgano Electoral Plurinacional y Tribunal Constitucional. Por ello, gran parte de la población duda de la transparencia en las distintas instancias públicas estatales. De hecho, una de las formas en que el gobierno de Morales se deshace de sus enemigos políticos es a través de persecuciones judiciales (una suerte de judicialización de la política), o lanzándoles el servicio de impuestos nacionales para acosarlos políticamente.
Por su lado, Evo Morales repite que es apoyado por organizaciones sociales bolivianas; que los movimientos en contra de él son movimientos de corte racista y clasista. De esta manera, fiel a una lógica de victimización racial, quiere instalar en el debate en medio de la actual crisis política boliviana la contradicción racial; que si bien existe en el país y viene siendo atizada no solo desde los sectores contrarios a Morales, sino también por sus seguidores, no es la contradicción principal. De otro parte, Morales y sus seguidores han señalado que el actual conflicto es un enfrentamiento de ricos contra pobres (como si su gobierno defendiese a estos), y que la oposición representara a viejos intereses oligárquicos que él, en su momento, derrotó.

Vayamos por partes. Si bien el gobierno boliviano del MAS ha robustecido el aparato estatal, desactivó medidas de corte neoliberal, emprendió una campaña de masificación de las políticas de bonos, entronizadas en antiguas sugerencias del Banco Mundial para atenuar la pobreza, conocidas como Cash Money Transfer, y también mantiene una encendida retórica socialista y de reivindicación étnica de la población indígena, su manejo macroeconómico nunca se ha desmarcado del todo de las recetas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Además, se ha mantenido la presencia de grandes capitales transnacionales en los rubros económicos más importantes, como son los hidrocarburos y la minería, siendo recordados sus contratos de riesgos compartidos con Repsol YPF de España, Sinchi Wayra (Glencore de Suiza) y Sumitomo de Japón que maneja la Mina San Cristóbal. Asimismo, Morales también ha tenido importante acercamiento a la élite económica cruceña, la más potente económicamente en el país, representada por la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (CAINCO), Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Federación de Ganaderos de Santa Cruz (FEGASACRUZ) con la que, pese a la retórica socialista, ha establecido alianza desde ya hace muchos años.

En realidad, la retórica étnica la dejó en su primer gobierno, cuando desarrolló la política del ‘Vivir Bien’ (Suma Qamaña), donde emulaba el discurso del buen salvaje de Rousseau, del siglo XVIII, pero aplicada hábilmente en un marco de crisis ambiental. Pragmático como es, Morales abandonó este discurso el 2010 y se adhirió a otro del tipo desarrollista de la década de 1950, y aunque retomó las banderas de la industrialización y la integración carretera del país, sus intentos de industrialización y robustecimiento estatal en la economía mayormente han sido un fracaso. El publicitado desarrollo carretero también ha colisionado con los postulados iniciales de Morales sobre el Suma Qamaña, al producirse las fricciones por querer construir, a como dé lugar, la carretera que atraviesa el Territorio Indígena y Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS): un área protegida que presenta una de las mayores reservas de biodiversidad en el planeta.

Volviendo a las elecciones generales del 20 de octubre del 2019, el candidato Carlos Mesa recibió, en un primer momento, un apoyo significativo que se evidenció en calles y cabildos abiertos que se desarrollaron en muchas de las ciudades principales de Bolivia. En la segunda semana del conflicto, el gobierno de Evo Morales optó por ser enfático en que la auditoría de la OEA tendría efectos vinculantes; es decir, se sujetaría a las decisiones y conclusiones de la comisión de la OEA. De ahí que llamó a Mesa a aceptar dicho procedimiento, quien se mostró inicialmente dubitativo; mientras los detractores de Evo Morales desconfían y la rechazan por cuanto, en el punto 7 del acuerdo Estado-OEA, se dice: "La auditoría iniciará el 31 de octubre. Cualquiera de las partes que firman el acuerdo (la OEA y el gobierno de Bolivia) podrá dar por terminado el acuerdo sin necesidad de justificar la causa de su decisión".
Esta situación ha llevado a que Mesa pierda protagonismo en la interlocución para una salida a la crisis política y, poco a poco, los movimientos regionalistas de los comités cívicos de Santa Cruz, Chuquisaca, Tarija, Oruro y Potosí hayan desplazado a Mesa del liderazgo en la oposición; con lo que ha virado la situación de cuestionar un proceso electoral, por la pérdida de credibilidad creciente del Tribunal Supremo Electoral, a un replanteamiento de la contradicción centralismo y regionalismo.

En suma, en Bolivia se viene un escenario marcadamente distinto al vivido en los últimos 14 años. Los momentos actuales evidencian nuevas formas de participación política, como la de los jóvenes milennials, y la reaparición de viejos actores como los comités cívicos. También hay desgaste discursivo, como todo el aparato retórico-populista que ha venido empleando el MAS; en especial, el discurso de la victimización racial, de la dicotomía derecha-izquierda, así como su palabrería socialistoide; a la vez que se evidencia una crisis y desprestigio de algunas organizaciones sociales. Se está ingresando entonces a un periodo de interregno político, de incertidumbre y falta de gobernabilidad. El anterior duró del 2000 al 2006. De hecho, quien ha perdido más con la demolición de la figura de Carlos Mesa es el MAS, porque ya no lo tendrá como interlocutor válido en una negociación que garantice la salida del conflicto. Ahora, hay otros actores, que reemplazan a Mesa en el protagonismo, con nuevas demandas y condiciones de negociación que serán mucho más duras y urgentes que al principio.

[continuará]