7 de octubre de 2023

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CORREA, EL REFORMISMO, Y DEMOCRACIA BURGUESA

COORDINADORA CAMPESINA POPULAR CCP (La Minga).

25 de agosto de 2015

La actual sociedad capitalista-imperialista se basa en la propiedad privada de los medios de producción que permite la explotación de la mano de obra de los desposeídos y el saqueo de los países semicoloniales por parte de las potencias imperialistas, para que la riqueza se concentre en la minoría de dueños de bancos e industrias, de la tierra y otros recursos, de los que controlan el comercio mundial y los medios de comunicación. Mientras las bases de esta sociedad no cambien, las clases explotadas no podrán tener lo que anhelan, una vida digna y poder de decisión sobre sus vidas.

Por esta realidad objetiva de explotación en la que viven las clases dominadas del mundo necesitan un proceso que les permita liberarse de la opresión y construir un poder propio para transformar la sociedad. Este proceso se denomina REVOLUCIÓN, y en las actuales circunstancias, ésta sólo puede ser una Revolución Proletaria, encabezada por los millones de desposeídos de los medios de producción que sólo tienen su fuerza de trabajo para vender y que sostienen con su sudor este sistema que explota e idiotiza a las masas pobres del mundo; este sistema capitalista-imperialista, que al mismo tiempo corroe el espíritu humano y está poniendo en riesgo al planeta para satisfacer las necesidades del capital.

Esta es una verdad que ya fue plasmada en teoría por Carlos Marx y Federico Engels y reafirmada por las experiencias de construcción del Socialismo en Rusia, China y otros países.

Ante esta verdad, las clases explotadoras han creado una expresión política, que contrario a lo que hacen las posiciones abiertamente pro-sistema, aquellas que políticamente son definidas como conservadoras, “de derecha” o “extrema derecha”, son posiciones que se presentan en el discurso contrario al capitalismo y hasta al imperialismo, “liberales”, “radicales”, hoy hasta se hacen llamar “revolucionarias” y “de izquierda”. El objetivo de esta tendencia es recoger las demandas de los explotados y canalizar el movimiento anticapitalista y antimperialistas hacia el reforzamiento del propio sistema. Es decir, si las manifestaciones más reaccionarias de la burguesía son absoluta y abiertamente defensoras del sistema, en algunos momentos ha sido necesario optar por posiciones más “blandas”, mostrándose críticos al sistema, con discursos que incluso llegan a plantear una “cambio revolucionario”, pero que en la práctica no trascienden los límites de la democracia burguesa.

Estas posiciones supuestamente “anticapitalistas” o “antimperialistas” son muy variadas y van adaptándose a las nuevas realidades, inventándose e reinventándose a fin de cumplir su papel de confundir y desviar la lucha del pueblo, pero todas al final son lo que en política se denomina REFORMISMO. El reformismo centra su accionar político en conseguir reformas dentro del marco del Estado burgués, en la promulgación o derogación de leyes, políticas y hasta gobiernos, para conseguir ciertos privilegios y prebendas para los sectores a los que representan.

Los reformistas de las "izquierdas" que hoy marchan contra Correa,
ayer marcharon para llevarle a la presidencia.
El reformismo es contrario a las posiciones revolucionarias porque los revolucionarios bregan por un cambio real del sistema, no por su mantenimiento o reforzamiento, y menos viven sacando provecho personal engañando al pueblo. La gran diferencia es que en el discurso los reformistas dicen buscar un cambio, algunos tienen incluso discursos incendiarios, pero en la práctica jamás van más allá de la democracia burguesa, incluso la historia reciente nos enseña que estos reformistas pueden llegar a “tomar las armas”, como en el caso de los sandinistas, o del reformismo armado en Colombia, entre otros, pero que lo hacen sólo para que ciertos sectores tomen el control de la administración estatal para enriquecerse y, terminar en última instancia, fortaleciendo al sistema.

Las instituciones reformistas (partidos electoreros, asociaciones con distintos membretes) utilizan el movimiento popular para apuntalar el sistema y obtener beneficios personales y para sus séquitos. Como acertadamente lo señalaba Lenin en “Marxismo y Reformismo”: “Reformistas hay en todos los países, pues la burguesía trata por doquier de corromper de uno u otro modo a los obreros y hacer de ellos esclavos satisfechos que no piensen en destruir la esclavitud”. Los revolucionarios en cambio, fieles a los principios que profesan, trabajan todos los días para transformar el sistema de explotación imperante hacia una sociedad sin propiedad privada sobre los medios de producción, sin explotación del trabajo ajeno y de la Madre Tierra.

A pesar de que muchos reformistas pueden ser radicales en el discurso, lo importante es su práctica. Todos los reformistas, de la calaña que sean, están enquistados en el Estado burgués, viviendo de él, en las instituciones públicas o en puestos de elección popular. Allí parasitan sirviendo al sistema y justificando de que “desde adentro” están haciendo los cambios, “carcomiendo” al Estado. En realidad son ellos los que están carcomidos hasta el tuétano de ambición por ubicarse aunque sea en un pequeño huequito del Estado burgués, aunque sea en una junta parroquial, porque eso les representa salarios de lujo. Además el sueldo no es lo único que ellos aspiran a percibir, están todos los demás beneficios de ley, más todo lo que pasa por debajo de la mesa. El sueldo de un alcalde, de un prefecto es alrededor de 5 mil dólares mensuales, igualmente más los beneficios “de ley” y los “no legales”. Ni qué decir de los puestos más altos de la escalera burocrática que todos los politiqueros aspiran a trepar.

El discurso “radical”, sólo les sirve para convencer a la gente y obtener el apoyo electoral con el que pueden obtener los puestos en el Estado burgués. Entonces es lógico que si ellos viven bien del Estado, no van a hacer nada para que desaparezcan sus privilegios, no van a morder la mano de quien les da de comer. Con total acierto decía Lenin: “Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a los reformistas.” (Marxismo y Reformismo, V.I. Lenin).

El interés último del reformismo, al igual que cualquiera de las otras variantes de derecha, es defender a toda costa el Estado, la democracia burguesa y el sistema capitalista-imperialista, porque de esto viven y se mantienen. Es por ello que hay que mostrarle al pueblo que el reformismo es contrario a una posición revolucionaria que busca realmente cambiar el sistema.

LAS DIVERSAS CARAS DEL REFORMISMO EN EL ECUADOR DE HOY

En Ecuador podemos establecer claramente a los reformistas, que desde distintos sectores participan en el juego de la democracia burguesa.

Están los reformistas del actual gobierno de Alianza País, los que, al igual que otros gobiernos en Latinoamérica como el de Venezuela, Bolivia, y los demás de la tendencia identificada como “Socialismo del Siglo XXI”, han logrado alcanzar la dirección de distintos gobiernos. Desde allí lo único que hacen es administrar en favor de las clases explotadoras nacionales e internacionales para permitir que sigan enriqueciéndose y empobreciendo más a los pueblos de sus países. Esto es totalmente comprobable si vemos, en el caso de Ecuador, como los bancos siguen siendo los que más ganan, incluido el banco de Guayaquil del que es accionista Guillermo Lasso, el supuesto opositor de Correa. También vemos que en este gobierno los grupos monopólicos de siempre, como Eljuri, han acumulado más riqueza.

Matrimonio de oportunistas que termina en divorcio cuando hay malas reparticiones del botín.
Los reformistas de Alianza País han logrado, vía acumulación valiéndose del aparato estatal, crear nuevos grupos de poder que pugnan con las otras fracciones de la burguesía, y sus expresiones políticas, tanto de la derecha, como de otros sectores reformistas socialdemócratas y de las llamadas “izquierdas”.

Especialmente activas en el escenario politiquero son las autodenominadas “izquierdas”, quienes han hecho un verdadero modo de vida encaramados en el Estado burgués, a través de puestos en otras funciones del Estado como la legislativa o judicial, y sobre todo en puesto de menor rango de los denominados “gobiernos locales”. Los reformistas de “las izquierdas” también están en distintas instituciones públicas como las universidades. Otro reducto del reformismo son los famosos organismos no gubernamentales, en donde vegetan recibiendo migajas del Estado, gobierno o de distintas fuentes internacionales. Y claro también están los que hacen vida en las famosos “movimientos sociales”, esas instituciones de la democracia burguesa que son alimentadas de fondos tanto del estado, gobierno, como de ongs, en donde ciertos grupos viven enriqueciéndose con el cuento de que representan a los obreros, campesinos, indígenas, mujeres, y demás membretes que les permita justificar los fondos que reciben.

Como todas estas “izquierdas” son parte del sistema, es lógico que no estén en contra de él, si de él viven. El objetivo de sus accionar político es mantener estas cuotas de poder y la parasitaria forma de vida que llevan, pero manteniendo un discurso “radical”, especialmente frente al lógico desgaste de los partidos gobernantes. Estos reformistas son los mayores defensores de la democracia burguesa y de su máxima expresión las elecciones universales, y saben jugar muy bien su sucio papel, en especial en tiempos de recambio de gobiernos.

EL PAPEL DEL REFORMISMO DE “LAS IZQUIERDAS” ANTE EL DESGASTE DE LOS GOBIERNOS DE TURNO

Cómo es lógico cada cierto tiempo un gobierno burgués (burgués tanto en el sentido de que estén directamente los representantes de las clases explotadoras, como si se trata de aquellos supuestamente “revolucionarios”), se desgasta porque el peso de la explotación siempre es cada vez mayor sobre las masas, en especial cuando se toman medidas económicas de alto impacto. En el caso de Ecuador hemos visto incluso que estos procesos pueden llevar a que gobiernos sean expulsados antes de terminar el período legalmente establecido. La efervescencia del descontento popular es tan grande que moviliza a la población y crea inestabilidad, llevando a la caída del gobernante, pero para evitar que este descontento vaya más allá de los que les interesa a los grupos de poder en pugna, lo que hacen es canalizar ese descontento popular hacia la misma democracia burguesa, es decir, a colocar gobiernos interinos para que terminan el período o bien llaman a elecciones.

Macas y Pacari, "históricos dirigentes" indígenas fueron parte
del gobierno de Gutiérrez y luego apoyaron a Correa.
Es decir, ese descontento popular tiene que ser canalizado para que no desborde a las masas y provoque un movimiento que se salga de control, favoreciendo así a las clases explotadoras, al sistema, y de paso también beneficiando a los grupos reformistas arriba mencionados, ya que en esos momentos coyunturales, es cuando ellos promocionan sus candidatos, apareciendo como los “salvadores” del pueblo, aunque el papel de algunos sea sólo servir de burropie a los más opcionados políticamente. Es justamente esto lo que ocurrió durante la caída de Lucio Gutiérrez, muchos famosos “forajidos” cuajaron en Alianza País, y los reformistas oportunistas de las “izquierdas”: Conaie-Pachakutik, MPD y demás, utilizaron este escenario para promocionar las candidaturas de todos los que luego fueron al congreso, alcaldías, prefecturas y demás, aunque sirviendo de burropie para Correa y Alianza País que fueron los más favorecidos.

Cholango y compañía, posando con los
"revolucionarios" del siglo XXI.
Entonces en la coyuntura política de un gobierno desgastado con el descontento popular en aumento, en seguida se mueven las fichas y los cálculos electorales se ponen al orden del día. Todos saben que podrán sacar su tajada una vez que el gobierno desgastado caiga o fracase en las elecciones.

Vemos en la coyuntura actual como ha comenzado la puesta en escena de este juego para manipular, engañar al pueblo y encausar el descontento popular para reforzar el Estado burgués y hacerse de cuotas de poder en el nuevo período electoral. Ahora todos asoman como “contrarios” a Correa, esa es la camiseta que les conviene en este momento, aunque antes fueron estos mismos que hoy marchan contra Correa los que le apoyaron para llegar al gobierno.

El juego es complicado de descifrar, ya que en este momento en el escenario han aparecido los detractores del gobierno que vienen también de las corrientes más reaccionarias, lo que se llama “derecha”, la cual asoma como la más opcionada para el recambio, promocionando fuertemente a sus presidenciables como Guillermo Lasso, o llamando a cerrar filas junto a Nebot y sus compinches. En esta arremetida de la derecha, incluso se utiliza un discurso “anticomunista” para atacar al gobierno, lo que confunde más a la gente. La derecha sabe muy bien que este gobierno servil a los intereses del capital nacional e internacional, no tiene nada que ver con el Socialismo o el Comunismo, saben muy bien que no es más que un gobierno reformista de los más amarillentos, pero usa el discurso anticomunista para engañar y confundir más a las masas.

Las “izquierdas” por su parte saben que no tienen un candidato presidenciable, pero se hacen agua por los puestos de segundo rango de los que han hecho fortuna. No importa si para ello tienen que apoyar a los candidatos de la derecha, abierta o rastreramente, como siempre lo hacen, total luego ya dirán “nos traicionó”, “nos engañó” y con eso ya se lavarán las manos, pero como buenos huasicamas de la burguesía ya habrán servido a sus amos.

Pachakutic listas 18, husicamas de la burguesía.
Muestra de cómo el reformismo oportunista de “las izquierdas” es el más fiel cancerbero del sistema, el Estado y la democracia burguesa, es el amor que de pronto le profesan los medios de comunicación que pertenecen a los grupos monopólicos dominantes en el país, los cuales les han convertido en las vedets del momento, incluso les regalan víveres, siguiendo paso a paso sus acciones. Estos mismos medios que en otros períodos se han opuesto tan rabiosamente a las protestas populares, a las paralizaciones, ahora de pronto son los canales oficiales de los que llaman a huelgas y levantamientos. Recordemos que las clases dominantes ejercen su control ideológico a través de los medios de comunicación cuyo papel es desinformar, o informar sólo lo que a los grupos de poder nacional e internacional les interesa que sea difundido, y sacar a la palestra a los personajes que tienen la anuencia de los dueños de estos medios.

Así el panorama, vemos que nuevamente el reformismo está jugando su sucio papel para favorecer el recambio, fortalecer la democracia burguesa y enganchar algunos puestos en el Estado burgués. Lo único que resultará del encauzamiento del descontento popular y la desviación de la lucha, es que el Estado, la democracia y el sistema capitalista-imperialistas serán fortalecidos, porque el recambio de gobierno será la catarsis para el descontento popular. Este reforzamiento se dará caiga Correa, o no caiga, aunque pierda en las próximas elecciones o no, el punto es que mientras este círculo vicioso no se rompa, mientras el pueblo no comprenda que con cambiar de gobierno no cambia nada, nada nuevo ocurrirá, simplemente vendrán otros tiranuelos con un séquito más hambriento a continuar devorando las arcas estatales y sirviendo a los verdaderos dueños del poder, esos grupos monopólicos que cada vez concentran más riqueza, al capital internacional con sus múltiples formas de saqueo, llámese Deuda Externa, industrias extractivas, comercio mundial, en fin.

Bloque Proletario:
Nuestro camino es luchando no votando
Sólo la organización popular es el camino para el pueblo. Sólo el crear verdaderas organizaciones que tengan como objetivo educar y movilizar a las masas, crear conciencia sobre la necesidad de construir un verdadero poder que responda a sus intereses para enfrentar la tarea histórica de terminar con el sistema capitalista-imperialista y construir una nueva sociedad donde las necesidades de las grandes mayorías se impongan sobre los mezquinos intereses de la acumulación de riqueza, y que este proceso no se queda en los límites que impone la democracia burguesa, que no tiene nada que ver con el cambio y recambio de gobiernos, y que es totalmente contrario a la manipulación y utilización de las masas con fines electoreros.

El camino es la organización popular contra el sistema capitalista-imperialista.

COORDINADORA CAMPESINA POPULAR CCP