7 de octubre de 2023

INICIO > Cultura

LA VUELTA AL MUNDO DE PEDRO PAULET

Por: Alvaro Mejía S.

5 de mayo de 2011

La vuelta al mundo de Pedro Paulet es un recorrido por la fascinante vida de este genio multifacético (Arequipa, 1874 - Buenos Aires, 1945). Estadista, científico y artista, Paulet fue el sabio que descubrió los principios de la astronáutica en la Francia de Julio Verne y quien rechazó una oferta para fabricar misiles de guerra para los nazis, con el fin de poner sus estudios al servicio del país que amó e imaginó grande, el Perú.

(primera Parte)

Es común que el nombre de Pedro Paulet se asocie con Francia. Su mismo apellido –de origen catalán- da pie a pensarlo, así como sus estudios universitarios en ese país. Así pasó con el historiador Teodoro Hampe-Martínez cuando le hablamos de nuestro interés por Paulet en el marco del Foro Perú-Alemania, celebrado en la Universidad Ricardo Palma, en mayo del 2008. Hampe-Martínez, Presidente del Humboldt Club del Perú, se interesó mucho en la figura de Paulet desde que le contamos que, a diferencia de lo que se suele creer, Paulet era un germanófilo.

El niño Paulet destacaba por su creatividad pero también por su espíritu de amor al trabajo y la disciplina, así que no le fue difícil adoptar las costumbres prusianas. Francisco Mostajo, su primo hermano y compañero de escuela por corto tiempo, dice que, a pesar de que el Padre Duhamel, a quien variados autores señalan como el mentor de Paulet durante su etapa escolar, era un maestro de carácter irritable, celebraba su travesura sana y curiosa: “El hecho es que yo no me conformaba con la disciplina opresora del colegio. Y mientras otros como Paulet, la perturbaban con la vivacidad de su habitual modo de ser, yo, el muchacho que jamás alborotó con una travesura, la mordía con mi crítica”

Pero para situarnos correctamente, señalemos de entrada que, entre 1870 y 1871, pocos años antes del nacimiento de Paulet (1874), tuvo lugar la Guerra Franco-Prusiana, en la que Prusia doblegó al poderoso y prestigioso ejército francés, con lo cual se consolidó como un país líder en tecnología. Después de la derrota, Francia se dedicó a preparar el ejército de la venganza. Es en ese escenario que, dos décadas después, Paulet llegará a estudiar a París.

Según una versión aún no confirmada, al llegar a Europa, Paulet se relacionó con los Junker, una dinastía de nobles terratenientes alemanes que dominó Alemania a lo largo del siglo XIX y principios del XX. El vínculo se produjo gracias a los oficios del Padre Duhamel. Por lo que parece, esto sería determinante en el resto de la vida del sabio peruano.

Al retornar al Perú en 1904, a hacerse cargo de la Escuela de Artes y Oficios, Paulet se encontró con que, en su ausencia, en el Perú se había establecido una Misión Militar Francesa, mientras en Chile, el país rival luego de la llamada Guerra del Pacífico, se acantonaba una Misión Militar Alemana. Ambos países tenían como finalidad profesionalizar sus ejércitos.

No debe haber sido muy grato para la Misión Militar Francesa cuando en 1908, Paulet, en documento dirigido a su superior, el Ministro de Fomento, solicitó sustituir en el Perú la educación técnica francesa por la educación técnica alemana, que él consideraba superior y adecuada para un país como el nuestro, que carecía de industrias.

Ese mismo año llegó al Perú Carlos Tenaud, un joven de padres peruanos nacido en la misma ciudad que Julio Verne, Nantes (Francia). Tenaud llegó con el proyecto de un aeroplano que había inventado y que proponía al Perú para su construcción. El Presidente José Pardo no tuvo mejor idea que enviarlo a la Escuela de Artes y Oficios, donde Paulet era director. Meses después, Augusto B. Leguía tomaría la posta e iniciaría su primer periodo como Presidente.

En 1909, comenzarían las hostilidades de Chile hacia los pobladores de las provincias en cautiverio, Tacna y Arica, y empezó a pensarse seriamente en el uso militar de la aeronáutica y de los submarinos. En marzo de ese año, Tenaud hizo el intento de volar pero, luego de unos saltitos, su avión cayó de costado. Para algunos, que haya podido despegar del piso, ya era un logro, considerando lo novedoso de la aviación. Para otros fue un fracaso y originó la ruptura de su trato con Paulet.

Escritos de Tenaud, de mediados de 1909, revelan que la convivencia de los dos personajes no fue amistosa. En ellos, hacía ironía de “la gente de ciencia” (él era un sportman, categoría aplicada a quienes se dedicaban a la aeronáutica por placer), insinuaba un supuesto boicot en la Escuela de Artes y Oficios y afirmaba que ahí no se podía construir ningún motor y era mejor comprarlo en el extranjero. Afirmación que debe tomarse con cuidado, pues existe un antecedente parecido, que revelaría un espíritu contrario al desarrollo industrial del Perú.

La historiadora Katya Rodríguez Valencia cuenta acerca del primer automóvil construido en el Perú, en 1908, que superaba en potencia a cualquier automóvil europeo o norteamericano, pues había sido pensado para los difíciles caminos del país: “…Jorge Grieve Madge contó que su padre (Juan Alberto Grieve) se decidió hablar con el Presidente Leguía para, con auspicio del gobierno, construir tres vehículos para la Dirección de Correos y otros tres para la Prefectura. La respuesta que dio el Presidente fue: "Nosotros necesitamos de los productos de países avanzados y no experiencias con productos peruanos".

Podría ser mera coincidencia. Pero varios indicios hacen pensar que la rivalidad con Tenaud devendría en un boicot a Paulet. Éste discutió los conceptos de Tenaud en el artículo “La Guerra y la Navegación Aérea”, publicado en la revista que dirigía, Ilustración Peruana. Ahí, de manera documentada, expuso la actualidad de la aeronáutica en los países desarrollados. Su intención era dilucidar qué tipo de aeronave respondía mejor a las necesidades del país, que atravesaba por una economía difícil. Constataba la superioridad de los zepelines sobre los aún novedosos aeroplanos. Y frente al alto costo que significaban éstos, sugería usar globos aerostáticos para avizorar buques y submarinos enemigos. Pero sobre todo, pedía crear una Liga de Aviación, donde los inventores peruanos mostrasen su trabajo de manera democrática.

Pero, en mayo de 1910, regresó al Perú el Coronel Félix D’André, de la Misión Militar Francesa. Éste era miembro de la nobleza francesa (ostentaba el título de Barón) y estaba casado con una pariente de Tenaud. Era un militar de mucha influencia. Profesor en la Escuela Militar de Chorrillos, era el mayor experto en tiro y en caballería y ahora volvía tras graduarse de la recién creada Escuela de Aeronáutica de París. Traía consigo un invento de su autoría, la Ametralladora Aviatriz (título también del libro que la describía), la que proponía se aplicase a aeroplanos que recomendaba comprar en Francia.

El debate, en el que tomaron parte diversos conocedores como Federico Villarreal y otros, se centró en decidir si comprar zepelines alemanes o aeroplanos franceses. Debate que fue alimentado por los logros deportivos obtenidos en Europa por Jorge Chávez, quien alcanzaba récords de altura, y por Juan Bielovucic, quien batía marcas de distancia y velocidad. Hasta que la balanza se inclinó hacia D’André. Y hacia Tenaud, claro.

Ya desde el regreso de D’André, el nombre de Paulet empezó a dejar de aparecer en la portada de Ilustración Peruana como director. Ya hemos contado cómo, en una carta de 1910, Ricardo Palma se refería al resentimiento de la amistad entre su hijo Clemente y Paulet por la decisión del dueño de la revista, el portugués Manuel del Moral, de nombrar como redactor de la revista a Clemente Palma. También hemos contado del acoso que sufrió la Escuela de Artes y Oficios de parte del corrupto Ministro de Fomento, Julio Ego Aguirre.

En setiembre de 1910, una entrevista de D’André en un diario local iba precedida de una presentación en la que se le calificaba como el único experto en aeronavegación en el país. ¿Por qué resaltar que era el único? Lo concreto es que al día siguiente de la entrevista y aunque el avión de Tenaud no voló, un decreto de Ego Aguirre nombraba a éste como profesor de aeronáutica en la Escuela de Artes y Oficios y lo enviaba a capacitarse en París. Luego vendría la hazaña de Chávez, historia conocida, y la renuncia a fin de año de Paulet.

Nada de eso hizo mella en la inclinación de Paulet por Alemania. En una conferencia sobre habitaciones baratas para obreros, él afirmó que el modelo más adecuado para los obreros peruanos era el alemán y apoyó su intervención con fotografías que él mismo había recogido. Hay que anotar que Paulet estudió también Arquitectura y su búsqueda de una vivienda digna para obreros lo llevó a concebir las paredes termoeléctricas, que deberían aplicarse también a su nave espacial, el Avión Torpedo. Y tuvo el honor de ser el primero en construir casas para los obreros, como lo atestigua la condecoración que le entregó la Municipalidad de Lima, cuando era alcalde Guillermo Billinghurst.

No se piense que Paulet vivía enfrentado con Francia. Él era representante de la Sociedad Metalúrgica del Sena, empresa francesa con la que pretendió construir un moderno mercado para Arequipa, que incluía un observatorio meteorológico. Y luego de su renuncia, viajó a París, donde se casó, formó una familia y se dedicó a diversos negocios privados. La Primera Guerra Mundial lo obligó a mudarse hacia Inglaterra.

Una década después, según relata Mostajo, se encontró a orillas del río Támesis, en Londres, con Leguía, quien estaba en su segundo periodo presidencial y lo convenció de volver al servicio del Perú. Lo envió, para gusto de Paulet sin duda, como Cónsul a Dresde (Alemania). Después ocuparía diversos cargos diplomáticos en los países vecinos.

Hasta que en 1927, dio a conocer al mundo su nave espacial en el diario El Comercio. No creemos que sea coincidencia que los primeros en interesarse en ella fuesen precisamente los alemanes.