7 de octubre de 2023

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OLLANTA HUMALA Y SUS SECRETOS CON LA EMBAJADA AMERICANA

JUAN AURELIO ARÉVALO (El Comercio)

1ro de marzo de 2011

En un principio la Embajada de Estados Unidos lo fichó como “el candidato ultranacionalista antisistema”, pero con el tiempo lo empezaron a identificar simplemente como “el líder del Partido Nacionalista”. Los cables diplomáticos revisados hasta el momento por El Comercio dan cuenta de que Ollanta Humala visitó al menos una vez al año al embajador de EE.UU. en Lima entre el 2006 y el 2009. De las cuatro reuniones registradas, tres fueron a pedido de la embajada y una a solicitud del propio Humala.

El ahora candidato presidencial de Gana Perú expresó su deseo de desarrollar buenas relaciones con EE.UU. desde la primera reunión. En reiteradas oportunidades confesó su anhelo de viajar a ese país e incluso pidió ayuda para contactarse con el Partido Demócrata.

Según los documentos, a los embajadores James Curtis Struble y Michael McKinley les dejó la misma impresión: la de una persona con una ambigua y dual posición política, que buscaba proyectar una imagen moderada, pero al mismo tiempo abría las puertas a grupos radicales. Esta apreciación consignada en el cable N° 230714 se complementa con las palabras de Nadine Heredia, esposa de Humala, quien según refiere la misma nota del 21 de octubre del 2009, aseguró que el Partido Nacionalista seguía teniendo “un pie dentro y otro afuera” del sistema político formal.

CORDIAL Y RADICAL
El primer encuentro se dio 18 días antes de la segunda vuelta del 2006. Aquel 17 de mayo el entonces candidato presidencial por UPP llegó a la cita con Struble y el subsecretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Charles Shapiro (de visita en Lima), acompañado por Gonzalo García, el candidato a la primera vicepresidencia, quien según el cable solo intervino una vez durante la conversación, que duró una hora.

El documento N° 65100 registra a un Humala que dice no creer en un eje de izquierda o derecha y que niega ser antichileno o antinorteamericano. Pero fue su postura sobre el narcotráfico lo que llamó la atención de los diplomáticos. Consideró que los productos alternativos debían ofrecerles a los campesinos un nivel de ingreso similar al de la coca. “Cero cocaína, pero no cero coca” fue el eslogan que repitió, emulando a Evo Morales. “_El entendimiento de Humala sobre el tráfico de narcóticos en el Perú es muy poco profundo_. Ciertamente no sabía que solo una pequeña parte de la cocaína ahora se mueve fuera del Perú por aire y que ningún producto lícito en estas zonas puede llegar a tener precios tan altos como lo que los narcotraficantes pagan por la coca”, se comenta en el documento.

Humala también increpó a EE.UU. por intervenir en el proceso electoral y como prueba citó unos encuentros en abril entre el embajador y Lourdes Flores con su equipo de campaña. Struble le recordó que a él también lo habían invitado pero se negó, y minimizó el hecho aclarando que se trataba de una práctica diplomática habitual. Al término del encuentro Humala dijo que su discurso podía caer como “radical”, pero eso era solo porque revelaba la situación de muchos peruanos. Struble calificó de positiva la reunión, pero concluyó el informe asegurando que su invitado los miraba “con un lente muy paranoico”.

Un año después, cuando Struble estaba a punto de dejar el Perú, Humala lo visitó nuevamente, pero esta vez acompañado por su esposa Nadine Heredia. Sin perder tiempo criticó al presidente Alan García por su indiferencia ante los conflictos sociales y, aunque aseguró que no sería bueno que el mandatario dejara el poder antes de tiempo, vaticinó que esto sucedería de no cumplir sus promesas electorales. Humala adelantó que los nacionalistas se encontraban trabajando en el nivel distrital una agenda común que permitiera unir a los manifestantes en un movimiento de ancha base. En este punto intervino su esposa y aseguró que frentes de defensa, algunos presidentes regionales, mineros en huelga de Casapalca y otros grupos ya los estaban buscando. “Tanto Ollanta como Nadine estaban visiblemente excitados por estas huelgas y protestas”, se señala.

En su análisis, el embajador fue más allá y calificó de ingenuo a Humala por no darse cuenta de las motivaciones de quienes lo rodeaban. Indicó que si bien tenía una excitada creencia de que las cosas se movían a su favor, muchos de los movimientos que acuden a él son “oportunistas que buscan pescar un arreglo”.

Al final del encuentro registrado en el documento N° 114649, Humala se califica a sí mismo como un radical, pero no un extremista y suelta una definición de ambos: el radical cree que el statu quo es injusto, pero ofrece propuestas concretas para remediar la situación, mientras que el extremista cree lo mismo, pero se viene abajo y no busca recomponerse.

El 18 de junio del año siguiente, la pareja llegó a la residencia del nuevo embajador McKinley. Según cita el cable N°159839 del 26 de junio del 2008, mientras Humala se sentó relajado y atento, exponiendo sus puntos de vista en un tono no confrontacional, Nadine se ubicó al borde de su asiento con rostro serio y cauteloso, interviniendo de forma intermitente para aclarar los comentarios de su esposo.

Quien un año antes buscaba sacar réditos de los conflictos sociales calificándose a sí mismo como un radical esta vez se presentaba como un “pragmático” que podía salvar al país de los “radicales antisistema que podrían amenazar la estabilidad del Estado”.

En las dos horas que duró la cita, Humala se declaró en esta oportunidad como “nacionalista y no izquierdista” poniendo como primer tema de debate el conflicto entre Moquegua y Tacna por la disputa del canon minero. Propuso como solución incrementar el reparto obligatorio de utilidades de las empresas del sector. Ante esto, McKinley enfatizó la importancia de tener seguridad jurídica para atraer la inversión extranjera y Humala asintió. Sobre los tratados de libre comercio, el líder nacionalista aceptó la importancia del intercambio, pero dijo que era más importante que sea “equitativo” antes que “libre”.

El último encuentro registrado fue el 16 de abril del 2009. Duró dos horas y media y fue a pedido de Humala. Sin la presencia de Nadine (su padre estaba agonizando), se lo notó “extremadamente relajado”. Llegó en jeans y polo. Según el cable N° 205404, hizo más revelaciones sobre su estrategia electoral para el 2010 y 2011 que las que podía prever.

McKinley preguntó sobre la relación del Partido Nacionalista con grupos radicales y Humala respondió que trataba con ellos directamente. Dos días atrás se había reunido con el líder de la CGTP, Mario Huamán, de Patria Roja, Alberto Moreno y del MNI, para discutir una estrategia con miras a los comicios municipales y regionales. McKinley cuestionó si una alianza con radicales podía dar un mensaje coherente al país y Humala aseguró que era mejor tenerlos dentro que fuera.

“Ciertamente está trabajando de cerca con algunos de los grupos más radicales del Perú, aun cuando continúa proyectando una moderada línea nacionalista en lo económico, internacional y político [...] Sigue ambivalente para abandonar totalmente alternativas radicales”, concluyó McKinley.