7 de octubre de 2023

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LORI BERENSON Y OLLANTA HUMALA

Por: Luis Arce Borja.

4 de junio de 2010

La señora Lori Berenson, de nacionalidad estadounidense acaba de ganar la libertad (condicional). Ella ha pasado 15 años en las mortales prisiones medievales del Perú. En 1995, en plena gloria fujimorista fue arrestada y acusada de colaborar con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Solo tenia 26 años y los jueces corruptos del país la condenaron a prisión a perpetuidad. Le dijeron que había cometido “traición a la patria”. En el 2001, cuando ya no estaba en el poder Fujimori, un tribunal civil la volvió a juzgar y le impuso ilegalmente una sanción de 20 años de prisión que debía terminar en 2015 cuando ella tendría 46 años. La puesta en libertad condicional de Lori Bernson, que repara a medias la injusticia de su condena, ha removido el cotorro de la crema y nata de los personajes más reaccionarios e inmundos del país. Militares, políticos, periodistas, y todo bicho del medio ambiente lumpen del Perú, se han sentido dolidos que esta mujer que nunca renegó de sus aspiraciones políticas gane la libertad.

Uno de los primeros en quejarse por la libertad de la señora Berenson ha sido el militar Ollanta Humala, El 26 de mayo, abrió la boca para gritar “no a la libertad de terroristas”. Como lo publicaron diversos medios de comunicación del Perú, Huamala, enfatizó que para el “terrorismo debe haber mano dura y ninguna contemplación con los que afectaron tanto la vida, el futuro y el desarrollo de los peruanos. No es posible que los terroristas que no creen en el sistema democrático y cometieron atentados contra las instituciones nacionales, ahora usen las reglas de juego de la propia democracia para favorecerse”.

El panegírico de Humala, lo hizo abandonar sus poses de progresista, y señalo que mientras se “ablandan las condiciones carcelarias para los terroristas”, se endurecen las medidas contra los “soldados honestos y patriotas”, que en la actualidad tienen juicios por casos “no probados e incluso por dichos de terceros”. ¿A qué soldados se refiere?. Ellos son militares de alto rango que durante el fujimorismo dirigieron brutales matanzas de pobladores. Algunos de estos son el general Hermosa Ríos (brazo derecho de Fujimori), el general Pérez Document (dirigió el secuestro y muerte de los estudiantes de la Cantuta), y varias centenas de oficiales incursos en juicios penales por genocidios, secuestros, torturas y muerte de miles de peruanos cometidos durante la guerra interna (1980-2000). La mayoría de estos militares, gracias al corrupto gobierno de Alan García, gozan ahora de inmunidad o viven en cárceles doradas (arrestación domiciliaria), rodeados de todas las comodidades, e incluso siguen percibiendo sus jugosos sueldos de altos oficiales de las fuerzas armadas.

Humala, que se presenta electoralmente como progresista, nacionalista y hasta revolucionario, es ante que nada un reaccionario militar peruano. Diríamos un cachaco imberbe y ambicioso. Como él lo repite a cada instante hace parte del “glorioso ejército peruano”. Su orgullo está al mismo nivel de ese ejército corrompido y criminal, cuya historia es vergonzosa e indigna del pueblo peruano. Un ejército que jamás ha defendido la soberanía nacional, y que por el contrario ha sido responsable de las peores derrotas frente a los ejércitos de los países vecinos. Un ejército sin moral ni dignidad que ha sido soporte de los peores regimenes civiles o militares del país. El ejercito del comandante Ollanta Humala, o del general Nicolás Hermosa Ríos y de Vladimiro Montesinos, nunca ha ganado una batalla y su “heroísmo”, solo ha servido para asesinar campesinos, obreros y estudiantes sin armas.

Este ejército “glorioso del Perú”, es una pesada lacra para el pueblo, cuyos oficiales engordan como chanchos con la miseria y pobreza de la población. Este ejercito, que hace parte de las fuerzas armadas, es un nido de ladrones, vividores, narcotraficantes y asesinos. El mismo Ollanta Humala, esta acusado de secuestros, torturas y muerte de campesinos durante el periodo que fue uno de los jefes militares del gobierno de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Si este militar, cuyas ambiciones es llegar a la presidencia del Perú, no está recluido en prisión por sus delitos cometidos, es porque goza del apoyo y favores de un sistema político y judicial corrompido. Su odio visceral contra Lori Berenson, es el reflejo de esa soldadesca entupida del Perú que sigue ciegamente las ordenes de una clase política degenerada que ha hecho del Perú, una Republica de pacotilla donde no se respetan ni las leyes ni los derechos humanos.