7 de octubre de 2023

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CUBA: UN MUERTO ÚTIL

Por: Carlos Angulo Rivas.

12 de marzo de 2010

A César Hildebrant y Fernando Rospigliosi, dos columnistas en el Perú; a los editorialistas del diario El País de España, a los mexicanos Enrique Krauze y Jorge Castañeda y a otros escribas de los medios de comunicación masiva en el mundo, les interesa un comino la muerte del ciudadano cubano Orlando Zapata.

De la misma manera les interesa un comino la muerte, todos los días, de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos, debido a la falta de atención médica en unos casos y de alimentos en otros. Los muertos por inanición y pobreza extrema no les llama la atención, en estas víctimas desplazadas no gastan un gramo de tinta. No les importa las muertes evitables que no se evitan, simplemente porque los seres humanos desdichados, los pobres no cuentan en la estadística de los periodistas ajenos a la sensibilidad humana, al dolor de quienes no poseen dinero, seguros de salud, ni protección alguna del Estado. En muchos de los países de la tan preciada “democracia representativa” y de la “libertad,” incluido Estados Unidos, donde actualmente se debate la reforma del sistema de salud para hacerla extensiva a los millones de desamparados, la muerte está presente en los hogares humildes y nadie hace nada ni dice nada.
Barack Obama, en el país más rico y poderoso del mundo, enfrenta una feroz oposición a la propuesta de reformar el sistema de salud con la finalidad de hacer extensiva la atención médica a millones de ciudadanos que no gozan de ese derecho inherente al ser humano; asimismo, podría enfrentar una violenta censura si de pronto iniciara un intento de reforma educativa que eliminara los enormes costos de la educación superior.

Y es que en este país modelo de la “democracia representativa” y la “libertad,” la salud, la educación y los servicios sociales indispensables son también negocios monopolizados, además, los más rentables, lucrativos y usureros. Una lástima que gente tan inteligente y bien enterada, como los editorialistas mencionados, no preste atención a estos problemas tan sentidos en la población de los cuatro puntos cardinales del planeta. Vemos con tristeza, en los medios de comunicación masiva, el nulo interés alrededor de miles de muertes diarias en las democracias defendidas por ellos, en su mayoría fallecimientos predecibles y resultantes de enfermedades curables. Y peor aún, quedamos conmovidos cuando vemos la abundancia de tinta gastada para fijarse en un solo muerto, Orlando Zapata, el suicida cubano convertido en héroe mediático, aunque el muerto en sí no les interese humanamente.

En la escala de valores el pobre Orlando Zapata, por su extracción social, fue un desclasado, un ex obrero que se puso al servicio de los millonarios “cubanos” de Miami, un desubicado en términos políticos e ideológicos; es decir, un ignorante defensor de quienes nunca lo iban a considerar un igual. Un sujeto de estas características, sin duda, tenía que ser fácilmente utilizable y así fue, pues a fin de cuentas terminó su vida como un loquito sin siquiera poder advertirlo. Una existencia como la de él, que no supo aprovechar los beneficios de la honradez en un sistema social de igualdad, de oportunidades educativas y culturales, nos da mucha pena pero no lo vamos a utilizar, que descanse en paz. La revolución cubana defiende principios, ideales que van mucho más allá de los hombres, conceptos de democracia superiores a los existentes en los países capitalistas y eso nunca lo podrán entender aquellos quienes piensan en el individualismo, el egoísmo, la deslealtad, el enriquecimiento, la especulación, la usura y el lucro desorbitado en medio de la indigencia de más de la mitad de los habitantes de la tierra. Esa es la situación cara a entender de los editorialistas mencionados, prestos a atacar con mentiras e invenciones a un proceso revolucionario lleno de sacrificios y privaciones, y a pesar de todo digno ejemplo de los pueblos del mundo.

Los índices comparativos de los organismos especializados de las Naciones Unidas, publicados por PNUD en cuanto a desarrollo humano, educación, salud, nutrición, mortalidad infantil, protección a los ancianos, acceso a la cultura, emancipación de la mujer, medicina, protección del medio ambiente, etc., pertenecientes a Cuba, son insuperables respecto a toda América Latina y el Caribe. Pero estos logros indiscutibles de la supuesta dictadura de los hermanos Castro como señalan a cada rato, no les importan a los editorialistas mencionados ni a los escribas de las multinacionales de la gran prensa capitalista. Lo que les importa es el ataque artero y malicioso, la mentira para destruir un proceso ejemplar de formación de recursos humanos en beneficio no sólo de Cuba sino de la humanidad. No aceptan estos miserables plumíferos que la revolución cubana continúe en pie promoviendo la justicia social con la lucha por las ideas, no aceptan la dignidad de un pueblo destinado a enseñar con el ejemplo, no aceptan la solidaridad con todos los pueblos del mundo y especial con los latinoamericanos y caribeños, no aceptan el internacionalismo ni el inmenso criterio humanitario del comandante Fidel Castro y los dirigentes cubanos hoy presididos por su hermano Raúl Castro.

Y es verdad. La rabia de los plumíferos se enceguece cuando ellos observan el avance de los resultados de la Misión Milagro Internacional llamada también Operación Milagro, donde más de un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas de América Latina y el Caribe han recuperado la vista y han mejorado su estándar de salud; esa rabia se enceguece más cuando observan que la UNESCO reconoce la eliminación del analfabetismo en Venezuela, Bolivia, gran parte de Nicaragua y cuando en Ecuador se inicia, también el método educativo cubano “Yo, si puedo,” hoy extensivo a cerca de veinte países a fin de terminar con el analfabetismo. Se ofuscan los escribas de forma irracional cuando progresa el enfoque solidario de la integración de los pueblos a través de la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, iniciativa del proceso bolivariano de cambios bajo la conducción del presidente de Venezuela Hugo Chávez. De esa rabia les sale los insultos, la insolencia y las injurias, porque argumentos no tienen cuando en las Naciones Unidas se reconoce la posición de Cuba en defensa del Tercer Mundo y su papel líder en el Movimiento de Países No Alineados, menos cuando la revolución cubana sale victoriosa frente a los chantajes y la agresión de la Casa Blanca en el Consejo de Derechos Humanos, luego de veinte años de maniobras, y en la Asamblea General cuando 184 países condenan el embargo y bloqueo impuesto por Estados Unidos hace cincuenta años y sólo Estados Unidos, Israel, Islas Marshall y Palau, votan a favor.

¿De qué trata entonces, la muerte de Orlando Zapata? Por supuesto, para los escribas, no de salvar una vida porque fueron los mismos quienes lo empujaron al suicidio, quienes no lo lamentan sino lo celebran en tanto el pobre infeliz les sirve a los propósitos programados de atacar a la revolución cubana con delirios como aquel de titular una columna con ¡Viva Zapata! tal como lo hace César Hildebrant en el diario La Primera, un periódico supuestamente de izquierda en el Perú. Titular que de primera impresión me hizo pensar en la gesta del líder de la revolución mexicana, Emiliano Zapata; sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando el arrebato jubiloso de decir ¡VIVA! estaba referido a un condenado, desde 1990, por delitos comunes de estafa, tenencia de arma blanca, daños a la propiedad pública y lesiones a los ciudadanos pacíficos, aparte de desacato a las autoridades penitenciarias. Estaba referido a un delincuente común captado y persuadido, a cambio de dinero a él y sus familiares (recibían dinero de organizaciones contrarrevolucionarias que actúan en territorio de Estados Unidos como la Fundación Nacional Cubano Americana) a rebelarse en nombre de la “libertad” hasta la chifladura de cometer suicidio en una huelga de hambre que de hecho fue una insensatez atolondrada de su parte. Orlando Zapata, era un convaleciente que retornó al penal luego de ser atendido en marzo 2009 de una alta cirugía, extracción de un tumor cerebral; por consiguiente, su huelga de hambre conllevaba el peligro de su propia y voluntaria eliminación, tanto así que no murió por falta de alimentación sino de una neumonía fulminante, luego de los estudios clínicos y la asistencia médica necesaria, y alimentación voluntaria por vía parenteral (endovenosa) y enteral (mediante levín.)

El presidente del los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro, dice lamentamos mucho el fallecimiento del recluso Orlando Zapata Tamayo y César Hildebrant y los editorialistas de El País dicen al unísono ¡Viva Zapata! haciéndonos recordar el grito del fascista español Millán Astray: ¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte! No de otra manera se puede entender la celebración de estos escribas que esperaban ansiosos este fatal desenlace mientras los médicos cubanos intentaban salvar a un ser humano, independientemente de los graves errores cometidos por Zapata. En los cálculos de la contrarrevolución, afincada en Miami, estaba el aprovechamiento de esta muerte en la búsqueda de un alto costo político para los gobernantes cubanos. Si no, ¿por qué motivo ningún representante de la contrarrevolución en el exterior o de los grupitos internos llamados “disidentes” o la misma bloguera made in USA, Yoani Sánchez, nunca conminó a Orlando Zapata para que abandonara una huelga de hambre que lo llevaría a la muerte segura? La respuesta es muy simple, no se hizo nada porque mucho más útil a la contrarrevolución en Cuba era el infeliz Orlando Zapata muerto que vivo. A la espera estaban los buitres que antes de regímenes en busca de la justicia social prefieren a las “democracias” productoras y reproductoras de sujetos ruines, ladrones y criminales, tales como Carlos Menem de Argentina, Sánchez de Losada de Bolivia, Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Alberto Fujimori y Alan García de Perú, Álvaro Uribe de Colombia, Carlos Salinas de Gortari de México.

Carlos Angulo Rivas es poeta y escritor peruano residente en Canadá.