7 de octubre de 2023

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Parte de guerra II - La rebelión de los muertos

HAMÁS Y EL FACTOR HUMANO: PORQUÉ ISRAEL YA PERDIÓ LA GUERRA EN LA RATONERA DE GAZA

Por Manuel Freytas (*)

14 de enero de 2009

Informe especial

(IAR Noticias). Primera conclusión después de 12 días de exterminio militar por aire y por tierra en Gaza: Israel no pudo cumplir con sus objetivos de máxima en Gaza: Descabezar o encarcelar al estado mayor de Hamás y destruir la infraestructura operativa de lanzamiento de cohetes palestinos hacia las ciudades fronterizas de Israel.

Cumplimentadas las dos fases de la operación "Plomo Sólido" (aérea primero, y terrestre después), que hasta el momento ya causó 650 muertos (un tercio niños y mujeres), 3200 heridos y más de un 70% de la infraestructura administrativa-gubernamental destruida, el aparato político-militar de Hamás sigue operando y combatiendo desde la clandestinidad y los cohetes palestinos siguen cayendo sobre Israel, incluso ampliada su capacidad de alcance.

Oficialmente, el mando político y militar israelí encabezado por Olmert reconoció el martes que ni la operación aérea ni la operación terrestre, y luego las dos combinadas, habían conseguido terminar con la resistencia militar de Hamás ni con la lanzaderas de cohetes palestinos.

A) La "guerra asimétrica"

El sábado 3 de enero, después de cinco días consecutivos de bombardeos y más de 350 muertos, Israel decidió invadir Gaza por vía terrestre con el objetivo de arrasar con los búnkeres militares de Hamás y la infraestructura de lanzamientos de cohetes, misión que ya había fracasado con las operaciones aéreas.

Un contingente de 10.000 efectivos, incluidas fuerzas de elite y de inteligencia, con un poderosa cobertura de fuego aéreo y naval, ingresó a Gaza y la dividió en tres áreas para aislar y cortar el sistema de comunicación logística y operativo de Hamás y de las organizaciones de la resistencia palestina.

Como en Líbano 2006, la confrontación quedó planteada en términos de una "guerra asimétrica" entre una superpotencia nuclear y una fuerza de guerrilla infinitamente menor en recursos logísticos-tecnológicos y en poder de fuego.

Se trataba de la guerra de un león contra un ratón, donde caza-bombarderos B16, helicópteros portamisiles Apache y Cobra, misiles y bombas de racimo, tanques y baterías misilísticas de última generación, peleaban (y siguen peleando) contra fusiles Kalashnikov, lanzacohetes RPG, morteros y fusiles anti-tanques.

Israel atacó en un frente compacto de invasión militar, y Hamás planteó su defensa en una guerra de guerrillas. El escenario de batalla se compone de una pequeña franja de territorio de 360 km2 de superficie "encerrada" entre el Mar Mediterráneo, el territorio de Israel y una frontera de 11 km con Egipto (un país aliado de Israel).

Los combates comenzaron a desarrollarse en un territorio donde viven casi un millón y medio de palestinos hacinados y sin capacidad de escape que hoy se encuentran sin alimentos, sin electricidad, sin combustible, sin medicamentos y en estado de catástrofe humanitaria, según la ONU.

En cuanto a la modalidad de los combates: Israel bombardea (desde el mar, el aire y la tierra) posiciones de Hamás situadas dentro de poblaciones civiles, con fuego de artillería y de misiles para "despejar el área" y luego sus comandos avanzan sobre los objetivos, mientras que los comandos de Hamás atacan flancos de las columnas israelíes por "sorpresa" y luego desaparecen.

En el medio, las llamadas "víctimas colaterales": la población civil de Gaza masivamente sometida al fuego cruzado de los tanques, aviones y baterías israelíes que "despejan el área" para el avance de sus comandos en las zonas urbanas superpobladas.

En esta "guerra asimétrica" contra reloj los objetivos son disímiles: Israel quiere destruir la mayor cantidad de plataformas lanzaderas de misiles palestinos antes de acatar un "cese el fuego" de la ONU (que ya está siendo operado por EEUU y la UE para posibilitar un repliegue "honroso" de Israel), y Hamás busca matar o capturar la mayor cantidad de comandos israelíes para precipitarle al Estado judío una "derrota moral" ante el mundo.

B) La táctica del ratón

Hamás eligió una táctica de combate que Israel no puede superar: La guerra de guerrillas, en un área urbana de alta concentración de población civil donde los tanques y blindados judíos tienen poco espacio para avanzar y operar, y donde su poder de fuego (preparado para guerras en espacios abiertos) causa más bajas civiles que de combatientes de la resistencia.

Mimetizados entre la población civil, amparados en el conocimiento de cada porción de terreno de su territorio los comandos de la resistencia no presentan blancos fijos sino que desde el inicio de la invasión terrestre israelí, el sábado pasado, aparecen, atacan con morteros y granadas a las tropas y blindados judíos y luego desaparecen sin dejar rastros.

Su dinámica operativa no responde a patrones comunes, tienen una gran capacidad de movilidad, actúan descentralizadamente, aparecen, desaparecen, atacan y huyen con gran facilidad, y a los servicios de inteligencia judíos y estadounidenses que actúan en el área se les hace muy difícil su detección en la zona de combate. También son frecuentes, según los observadores, las "encerronas" con coches bomba y fuego de francotiradores que complican el avance de los tanques y equipos blindados. Según medios árabes, los vericuetos y escondrijos de la superpoblada ciudad de Gaza favorece este tipo de táctica combativa y ahorra bajas a los comandos palestinos.

Además, Hamás fortificó preventivamente (con ayuda de Irán y Hezbolá) su estrategia defensiva con túneles y pasadizos secretos que la inteligencia militar israelí no pudo detectar en su tarea de infiltración entre los grupos islámicos. Hamás -señalan los expertos- luego de expulsar de la Franja a Abbas y a su organización armada Al Fatah, no solamente quedó en control de sus arsenales, sino que además potenció su capacidad defensiva aprovechando la experiencia y la asesoría de los comandos que combatieron a las tropas y tanques israelíes en el sur de Líbano.

Esto le dio suficiente tiempo para planear una guerra del ratón contra el león en Gaza.

C) La ratonera

A doce días de su iniciación, y sin ningún avance de sus objetivos, la llamada operación "Plomo Sólido" claramente ya empezó a derretirse en Gaza, y conforme pasan las horas los misiles judíos demoledores que están matando civiles y niños en forma indiscriminada y masiva comienzan (como en Líbano 2006) a producir efectos múltiples.

Proporcionalmente, ante la falta de resultados políticos del exterminio militar, se agiganta el prestigio de Hamás en el mundo árabe-islámico (como sucedió en Líbano con Hezbolá)

Hacia adentro de Israel, ya se vive una diáspora divisoria donde la percepción social y política del fracaso produce enfrentamientos en el poder y un estado de pánico y de confusión crecientes en los pueblos y ciudades, incluida la capital Tel Aviv.

Hacia el exterior, en un mundo globalizado y nivelado por la indiferencia y el individualismo, la masacre israelí serial en Gaza comienza a dejar una creciente sensación de "judíos asesinos" que irrumpe en la psicología del hombre-masa no obstante que las cadenas mediáticas sionistas esconden puntillosamente los cadáveres y los testimonios de la víctimas.

Hacia adentro del mundo islámico, la "ira creciente" va acompañada de un convencimiento cada vez más acentuado de que "juntos somos más" para derrotar a la catedral universal del sionismo enclavada en Medio Oriente.

El holocausto palestino sólo sirvió hasta ahora para demostrar a un mundo indiferente la brutalidad patológica-militar de la potencia imperial sionista que hizo del Holocausto la leyenda de su propia victimización histórica.

La demolición de Gaza (como ayer sucedió con Líbano) sólo sirvió hasta ahora para regar con la sangre, la muerte y la mutilación de miles de palestinos, otra aventura genocida judía por el control político y militar de la Franja. Con un agravante: El poder israelí está en elecciones (se eligen nuevas autoridades en febrero) y esa situación potencia el fracaso militar con la crisis y las divisiones internas.

La aritmética es simple: Si Israel no termina rápidamente con Hamás y sus cohetes que aterrorizan a los pueblos y ciudades fronterizas israelíes, la estrategia que guía la masacre comenzará a desintegrarse (como en Líbano 2006) y su supremacía de potencia militar de primera línea en Medio Oriente ingresará en otro proceso de desgaste y de pérdida de credibilidad internacional.

D) El factor humano

En este escenario, a doce días de un masacre militar que ya arrancó la vida a más de 650 palestinos, hirió y mutiló a otros 3.200, demolió la pobre infraestructura de Gaza, y que el martes derivó en un genocidio masivo de niños y civiles con los ataques a escuelas y hospitales, Israel solo tiene dos opciones: Seguir matando o negociar (como en Líbano) una retirada "honrosa" para sus tropas.

Gaza, una franja territorial de 45Km de largo por 8 de ancho, está habitada por un millón y medio de palestinos en estado de catástrofe humanitaria, no hay comida, no hay electricidad, no hay combustible y el sistema de salud está colapsado.

Gaza está asediada por dos tipos de muerte: Los misiles israelíes y la catástrofe humanitaria. Para el millón y medio de palestinos del campo de concentración la muerte llega del cielo, de la tierra y de las fronteras criminalmente cerradas por el bloqueo judío.

En esta zona de combate y de masacre, sembrada cada vez más de cadáveres civiles, la estrategia de de Hamás se retroalimenta con el odio al invasor judío que genera la matanza de civiles, que arrima cada vez más consenso y solidaridad a los combatientes entre la población aterrorizada y en pánico.

A ese cuadro de situación hay que agregar el sentimiento de rebeldía que la invasión y la masacre despiertan en los que sin temor a la muerte hostigan con insultos y con piedras a los soldados judías. Como lo definió un experto: "en Gaza, cada joven palestino es un guerrillero por cuenta propia".

En los términos como está planteada, la operación militar israelí en Gaza es una guerra contra un millón y medio de palestinos en estado de desesperación, que convierte a cada casa en un arsenal, y a cada habitante en una "bomba móvil" dispuesta a ser arrojada contra las tropas invasoras judías.

Y en el terreno de las estadísticas y las posibilidades, y de acuerdo con el escenario planteado en el campo de batalla, los halcones sionistas psicópatas de Tel Aviv sólo pueden ganar esta guerra haciendo desaparecer a la mayoría de la población de Gaza con oleadas interminables de misiles y bombas inteligentes lanzadas durante las 24 hs que conviertan la Franja de 360 km2 en un gran cráter.

Es posible que ganaran esta guerra si utilizaran a fondo el poder de fuego de sus aviones, buques lanzamisiles, helicópteros y blindados para demoler sistemáticamente, centímetro a centímetro, a los conglomerados de viviendas civiles debajo o dentro de los cuales se encuentran los refugios y pasadizos secretos que cobijan los arsenales subterráneos de Hamás y sirven de refugio a sus combatientes.

Una opción criminal improbable, no por falta de voluntad política de los genocidas seriales de Tel Aviv, sino por la acción en contra que generaría en en el plano interno e internacional, y que podría terminar de un plumazo con la leyenda del Holocausto que protege continuamente a Israel de su crímenes de lesa humanidad en Medio Oriente.

En consecuencia, en Gaza, y en términos de los resultados concretos en la realidad, Israel ya perdió su guerra de invasión militar con genocidio en masa de civiles incluida.

Lo venció el factor humano. Una fuerza contra la cual ningún ejército imperial del mundo salió victorioso.En consecuencia, la estrategia y los objetivos militares que guiaron la operación "Plomo Fundido" están dando manotazos de ahogado en la ratonera de Gaza, y hay que sustituirlos inmediatamente por un Plan B diplomático que salve a Israel de la hoguera y recomience un nuevo proceso "por otras vías".

Una operación diplomática que -como en el Líbano con Hezbolá- sustituya a la ya fracasada masacre del Plan A militar.

En eso andan en estos momentos EEUU y la Unión Europea, cuyo destino imperial es proteger la supervivencia de Israel, la madre patria del sistema sionista-capitalista que convertido al planeta en una gran sociedad de consumo y al ser humano en un microchip terminal de la ideología judía nivelada como "mundo único".

Al plan en danza, lo contamos en el próximo parte de guerra.

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.