7 de octubre de 2023

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BANCO DEL SUR: ¿ACCIÓN ANTIIMPERIALISTA O EN BENEFICIO DEL CAPITAL?

Por: Marcos Margarido.

29 de enero de 2008

El Banco del Sur y la integración latinoamericana :: Es extraño que se vea al Banco del Sur como una alternativa antiimperialista a los organismos internacionales, ya que los principales países involucrados en este proyecto se someten a tales organismos
El Banco del Sur fue fundado el día 9 de diciembre de 2007, en una ceremonia en la Casa Rosada, en Buenos Aires. Los presidentes de seis de los siete países fundadores estaban presentes: Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador y Paraguay, además de Uruguay. El objetivo del Banco del Sur es financiar proyectos de desarrollo en América del Sur, a partir de un capital inicial formado por aportes de los países miembros, a semejanza de otros organismos. Su importancia para la economía de la región todavía no puede ser estimada, pero es posible hacer un análisis de sus principales objetivos teniendo en cuenta declaraciones de sus miembros y de la realidad económica y política de América del Sur.

El ministro de finanzas de Venezuela, Rodrigo Cabezas, dice que el Banco del Sur tendría un capital inicial de US$ 7 mil millones. Hasta ahora, Venezuela se comprometió con un desembolso de US$ 1,4 mil millones y Argentina con un 10% de sus reservas internacionales, o sea, US$ 350 millones. Brasil participará del Banco, según un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, “sólo para no quedar por fuera... si Brasil quiere mantener la influencia regional, no se puede dar el lujo de no participar en una entidad donde hay otros seis países... Simplemente ahora tenemos dos bancos de desarrollo, el BNDES y el Banco del Sur.”

Entre estas novedades previstas está la propuesta venezolana de que cada país participante tenga derecho a un voto, independientemente de su partipación en el patrimonio del Banco. Según el ministro venezolano, el Banco del Sur “no tendrá dueño” y abrirá un precedente creando una institución de financiamiento multilateral libre del poder de veto de acionistas no regionales. En los organismos de financiación existentes, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los países miembros tienen derecho a un número de votos proporcionales a la cantidad de acciones que poseen. Estados Unidos, por ejemplo, posee 30% de los votos en las decisiones del BID y son determinantes en su política de inversiones.

Diferentes objetivos

Hace más de un año el presidente venezolano Hugo Chávez puso en marcha el proyecto del Banco del Sur, con el apoyo inicial de Nestor Kirchner, [entonces] presidente de Argentina y Evo Morales, de Bolivia. Para el Ministro de finanzas de Bolivia, Luis Arce, “en América del Sur necesitamos de un organismo financiero que solucione el problema de la concesión de préstamos”, refiriéndose a la reducción de préstamos concedidos por el Banco Mundial y por el BID.

En Brasil, donde el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) es el principal agente de financiamiento, se pretende que el Banco del Sur este basado en padrones estrictamente comerciales. Según Guido Mantega, Ministro de Hacienda, “el Banco del Sur debe ser un banco de desarrollo con las leyes de mercado, que requiera garantías y tenga objetivos muy claros para la colocación de recursos, por cuyas aplicaciones, al final, somos todos responsables”. Además de eso, pretende direccionar sus inversiones en el desarrollo del Mercosur, pues ”estamos apoyando un proyecto que beneficiará a nuestros socieos comerciales y políticos, y a empresas brasileras que actúan en esos países”.

Mientras tanto, Venezuela lo ve como una especie de FMI de América del Sur, con un papel importante en la definición de la política monetaria regional y para proveer formas de equilibrio de la balanza de pagos de los países miembros y proteger sus reservas internacionales. Argentina, que tuvo un peso económico en la región bastante disminuído después de la crisis del 2001, tienen el objetivo de evitar una reducción aún mayor de su importancia regional y ser un factor de equilibrio entre Venezuela y Brasil.

Para resumir, podríamos decir que el gobierno brasilero quiere que el Banco del Sur adopte herramientas económicas para direccionarlo políticamente a su objetivo de expandir el capital nacional a los demás países, basado en la mayor fuerza de su economía. Venezuela quiere establecer medios políticos para la expansión de su economía, actualmente con un capital petrolero ávido de nuevas aplicaciones, basado en el gran peso político de Chávez. Los países de menor peso, como Bolivia y Ecuador, ven la chance de recibir parte del capital acumulado en estos dos países, para fortalecer su propia burguesía, y la burguesía de Argentina procura re-erguirse en el escenario local.

El petróleo como telón de fondo

La palanca más potente para la formación del Banco del Sur es el precio del barril de petróleo, cerca de cien dólares. Esto hace que un gran capital suplementario sea dirigido a los países exportadores, principalmente Venezuela, único país de la OPEP en América del Sur, pero también Brasil, Bolivia, con la tercera mayor reserva de gas natural del mundo, Ecuador. En la economía capitalista en su fase imperialista, es necesario que el capital que viene de la industria y de la agricultura se transforme en capital financiero, para poder internacionalizarse, a través de la participación en el mercado mundial de acciones, y así ser valorizado rápidamente. Por eso, este capital extra-acumulado, que proviene de la renta petrolera en alza, será aplicado en el mercado a través del Banco del Sur para buscar mejores oportunidades de explotación de la clase trabajadora en países donde la mano de obra sea más barata, a través de las bolsas de valores. La creación de un banco regional -en lugar de la compra de títulos directamente en las bolsas-, tiene el objetivo de crear también una burguesía financiera atada a los negocios del petróleo.

Los banqueros tradicionales están preocupados con esta perspectiva de competencia. Roberto Teixeira da Costa, del Banco Itaú, preocupado por perder capitales, declaró que “mi reacción inicial la creación del Banco del Sur fue negativa, y esta percepción, no cambió... Lo que la región precisa es de proyectos viables y adecuados para ser financiados. Yo pienso que, en general, hay recursos disponibles, no una falta de fondos. Por lo tanto, continuo pensando que el Banco del Sur es un proyecto movido por las aspiraciones políticas del presidente Hugo Chávez, para tener influencia en la región basado en sus petrodólares”.

El Banco del Sur también será un instrumento para profundizar la sumisión de los pueblos del subcontinente a la burguesía ligada a la explotación del petróleo y ahora de los biocombustibles. Existen planes para la construcción de refinerías para el procesamiento de gas natural y de tres gasoductos - un mega-proyecto de Venezuela y Argentina, otro atravesando Los Andes y otro entre Colombia y Venezuela, ya en construcción. El Banco del Sur también podrá ser usado para financiar proyectos de expansión de la frontera agrícola de la Amazonia, para expandir la plantación de caña para la fabricación de etanol, además de líneas de gas natural a través de la selva. Todos ellos proyectos de alto impacto ambiental y que se proponen explotar al máximo las reservas de petróleo existentes y el potencial comercial del etanol en beneficio del gran capital.

¿Una acción antiimperialista?

El Banco del Sur viene siendo alabado como un importante medio de combatir a los organismos internacionales de financiamiento, controlados por el imperialismo norteamericano. Según esta versión, el banco podría sustituir al BID y al FMI y así la influencia de los Estados Unidos en América del Sur.

Los préstamos del BID a los países de Amércia Latina están parados en cerca de US$ 5 mil millones anuales hace cinco años. Por un lado, los valores de pagos en cuotas y de préstamos de emergencia efetuados por los países al BID fueron mayores que las inversiones recibidas en el 2004 y 2005. En el 2004 hubo un flujo negativo de US$ 1,2 mil millones y en el 2005 de US$ 100 millones. Los préstamos del Banco Mundial también decrecieron, con un flujo negativo de US$ 4,6 mil millones entre 1995 y 2005.

Varios motivos explican esta extorsión frudulenta promovida por los organismos financieros internacionales. En 1999 y 2000 se hicieron préstamos de emergencia con altas tasas de intereses para que los países de América latina pudiesen soportar la crisis económica de 1999. En Brasil, esa crisis fue identificada con el fin del Plan Real y puso fin al ciclo neoliberal del PSDB y de varios gobiernos semejantes en el sub-continente. Con el crecimiento ininterrumpido del PIB desde el 2003 en América Latina, los bancos pasaron a “cobrar la factura”, impidiendo así que la riqueza producida impregnara a los pueblos de la región. Este período corresponde con un nuevo ciclo neoliberal, ahora bajo gobiernos nacionalistas-burgueses y de frente popular, como el de Chavez en Venezuela y el de Lula en Brasil, que vienen pagando religiosamente sus obligaciones y hasta adelantando pagos, sometiéndose así al imperialismo e imponiendo ataques a las conquistas de las masas en sus países.

Además de eso, la mayor parte de los proyectos de inversión aprobados por el BID en el 2005 estaban concentrados en Brasil, en Colombia y Venezuela. En relación a los desembolsoso en aquel año, aproximadamente US$ 1.000 millones fueron dirigidos a Brasil, al programa Bolsa Familia y para las operaciones del BNDES, de un total de US$ 5,2 mil millones.

Por eso, es extraño que el Banco del Sur sea visto como una alternativa antiimperialista a los organismos internacionales, ya que los principales países involucrados en este proyecto no sólo se someten a tales organismos, si no que continúan utilizándolos en sus operaciones financieras. Lo que está ocurriendo es, en realidad, un mayor ingreso de divisas provenientes de la renta petrolera, como ya se ha explicado, y, con eso, un mayor margen de maniobra por parte de los países productores de este producto. No es por otro motivo que Chávez, en su discurso en la III Reunión de Cúpula de la OPEP, realizada en Arabia Saudita en noviembre, dijo que “necesitamos estabilidad, tranquilidad y que las potencias mundiales no sospechen de nuestra garantía de abastecimiento seguro y que podemos cooperar bien con estos grandes países consumidores para dar estabilidad al mercado y estabilidad a los precios”, y completa: “el precio de US$ 100 el barril es practicamente equivalente a los precios de treinta, treinta y cinco dólares de los años 70. Es un precio justo”.

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Completamos diciendo que, aunque hoy Estados Unidos ya no pueda ser clasificado como un imperialismo “democrático”, aunque sea entre comillas, los gobiernos de la región continúan sometidos a él y haciendo acuerdos políticos y comerciales, aunque sus discursos sean de oposición. Al contrario de lo que es necesario para la verdadera independencia y unificación de los países de Amércia Latina, que sólo será posible con la emancipación de la clase obrera para la construcción de los Estados Socialistas de América Latina.

* Militante del Partido Socialista Dos Trabalhadores Unificado (PSTU) en la ciudad de Campinas, San Pablo.