7 de octubre de 2023

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EL SISTEMA RESPONDE COMO SE LE ANTOJA

Por: Eduardo Pérsico (*).

24 de septiembre de 2007

A principios de agosto del 2006 y cuando en la Argentina se reunían los dirigentes de la región para ajustar y debatir sobre el MERCOSUR, se dieron los primeros datos sobre las preocupantes moras que se acrecentaban en las colocaciones y especulaciones financieras inmobiliarias dentro de los Estados Unidos. La información directa de un medio suizo ocupado en los movimientos de la plaza financiera mundial, se refería al medio millar de hipotecas en mora dentro de Estados Unidos, una plaza que incentivara los bajos intereses para dar movilidad al mercado inmobiliario en ese país’ Una circunstancia no advertida entonces por el mismo Alan Greenspan, ese obligado consultor de la inestabilidad monetaria, quien al ser preguntado en setiembre del 2007 y ante el accidente financiero del capitalismo en ese rubro, respondió acaso en broma no me día cuenta. Una contestación apropiada para alguien sin responsabilidad ni rigidez técnica, y sin bien lo pensamos, adecuada a un pensador como Greenspan que alabó los éxitos del neoliberalismo en América Latina y la aplicación del corralito bancario, el mismo recurso anticapitalista que en la Argentina estafó a millones de ahorristas. Una apreciación la menos algo frívola.

Bien, ya por el 2006 media docena bancos se inquietaban por la mora en las cobranzas de muchas deudas hipotecarias; textual; noticia que ni registró la prensa adherida al Poder, entusiasmada entonces junto a la fauna latina residente en Miami con la muerte de Fidel Castro, por el otro auspicioso éxito que preveía el avance armado de Israel para adueñarse del río Litani, con más el resonante éxito militar y político que el establishment norteamericano seguía adjudicándose en Irak Con titulares poco elegantes de reiterar un año más tarde y que igualmente, abrumando con explicaciones necias sobre sus matanzas de personas tras las fuentes de energía, el neoliberalismo sigue negando esa realidad. La misma realidad que por más palabras optimistas o amenazantes, ya sabemos que nunca tiene remedio. Y ese mismo sistema económico capitalista y liberal que siempre ratifica su aversión al Estado protector y falsea una lucha infame entre Estado y Libertad, cuando las papas empezaron a quemar dentro de los caudales bancarios, olvidaron sus ideologías y no dudaron en volcar miles de millones de dólares en el mercado financiero, uno modo transitorio de salvar un temporal que arriesga todo el andamiaje capitalista. Esta decisión de correr a salvar los dineros bancarios es una indudable variación en su estilo de vida, en cuanto desde hace décadas nos pontifican que el único Estado democrático es aquel que protege la inalienable propiedad burguesa y entrega al mercado todos los derechos de la regulación, la supervivencia de los más aptos y los demás, a quejarse a la iglesia Y hoy, con la intervención en mercados financieros que pueden llegar pronto a un quebranto de mil quinientos billones de dólares, una bagatela, ignoran semejante regla de oro liberal y en estos días operan igual que cualquier Estado Totalitario. Eso sí, acrecentando el silencio y ciertas alquimias palabreras, los mismos burócratas y banqueros neoliberales se enrolaron sin dudar en soluciones intervencionistas, antidemocráticas y por tradición, visceralmente contrarias a sus intereses. Igualmente y como el percance sucediera en un barrio apartado, sus diarios tradicionales y serios de occidente siguen atacando; en estos días de setiembre, avalados por el notable Alan Greenspan, injuriando a los gobiernos populistas de América Latina que realizan gastos innecesarios que hacen las burocracias públicas con los dineros del contribuyente. Diríamos que invertir miles de millones en calmar la quiebra de muchos bancos no fue una intervención dirigista en beneficio general, y esa decisión no altera aquel fanatismo rabioso del liberalismo que seguirá en lo suyo ni bien consiga superar esta emergencia crítica.

Es oportuno considerar que esta ambigüedad conceptual o picardía tramposa que enfurece a los poderosos ante los gobiernos que aumentan sus gastos en salud, vivienda y educación, tiene su inicio en la colonización anglosajona de los Estados Unidos. Alguna vez y referido a este engendro ideológico nos ilustro el insigne argentino Rodolfo Puiggros: las únicas libertades que hoy concibe el liberalismo son las que engendraron su lucha contra el liberalismo feudal, o sea el religioso y el monárquico, que eran las últimas reservas del absolutismo en Europa. El liberalismo de hoy es cada día más excluyente y esclavista. Y sí, una visión certera: esos inmigrantes sin prejuicios feudales o de absolutismos deleznables ni clases monárquicas, fueron enajenando sus valores fundacionales en el individualismo económico más contradictorio y cerril, y construyeron los durísimos cimientos del liberalismo actual. Todo norteamericano sostiene la creencia de conseguir la libertad individual, algo para ellos inherente al sistema, gracias al enriquecimiento personal. Según este arraigo, defender la propiedad significa toda su concepción de la libertad, y ese proceso de acumulación capitalista y enriquecimiento paulatino lo adhieren a la igualdad de oportunidades que les ofrece el sistema, a una representación de la democracia congelada en votar cada tanto a representantes de un misma opción y a discursos descalificadotes de aquellas sociedades que desconocen. Y en virtud de una superioridad que suponen sobre el resto del mundo; típica condición de la ignorancia; la sociedad norteamericana y de los países hoy sentados en la tribuna de los vencedores deben reconsiderar al menos los fundamentos ideológicos tan superiores que los ubicado en ese lugar.

El 18 de setiembre, hace un rato, en Estados Unidos la Reserva Federal bajó medio punto anual la tasa de interés entre bancos, una maniobra técnica que tranquiliza los mercados, dicen, pero en una semana será irrelevante al no eliminar las pérdidas patrimoniales que sufre la economía real. Y por consiguiente, si el sistema está tan flojamente apuntalado es hora de comprender que el estilo de vida de autos lujosos y paseos en yate, requiere cada minuto más y más riquezas naturales, simplemente muchísimo gas y petróleo que los países ricos sólo obtendrán haciendo invasiones y otras matanza cada tanto. Una alienación en donde concluirá sin falta esta improvisación económica irracional y tramposa. .

(*). Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, nació en Banfield y vive en Lanús, BuenosAires, Argentina.