7 de octubre de 2023

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CHAVEZ ENTRE MARULANDA Y AL CAPONE...

Por: Ramon H. Paredes.

18 de septiembre de 2007

Se habla ahora mucho en Venezuela y países aledaños del llamado socialismo del siglo XXI, así como de Marx y de Bolívar. Hugo Chávez dice que él no es marxista, en lo cual coincide escrupulosamente con Carlos Marx, que, como es sabido, tampoco era marxista. Hay quienes dicen que el marxismo y el leninismo son dogmáticos y están ya obsoletos, superados por la historia, y hay quienes a cambio propugnan un “socialismo bolivariano”, que no sé yo en qué puede consistir, pues no creo que Bolívar fuese socialista ni nada parecido… Ante esta estimulante ebullición de ideas y estos admirables afanes por innovar (aunque sea, al principio, un tanto en precario) en el plano de la teoría revolucionaria, y ante el entusiasmo bolivariano existente en los sectores políticos de avanzada de países como Venezuela, Bolivia, Colombia y demás, creo interesante recordar aquí la opinión que sobre Simón Bolívar tenía Marx.

Si no me equivoco, el primer libro genuinamente marxista que fue posible colarle de matute a la obtusa censura franquista fue, en 1960, la recopilación de artículos de Marx y Engels titulada Revolución en España, obra ejemplarmente preparada, traducida y prologada por Manuel Sacristán Luzón, y que salió a la calle con el sello de Ediciones Ariel. Uno de los interesantísimos textos breves incluidos en este librito es el correspondiente a la voz “Bolívar” de la New American Cyclopedia, biografía escrita en 1858 por Carlos Marx. Resulta sorprendente, o al menos me lo resulta a mí, que un escrito marxiano tan rotundo y significativo como este sea tan ampliamente ignorado y desconocido por la mayor parte de los intelectuales de la izquierda latinoamericana, pese a que fue un gran intelectual de la izquierda latinoamericana, Aníbal Ponce, quien lo publicó en Buenos Aires en 1936, tras haberlo descubierto él mismo casualmente en los archivos del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú.

Inicia Marx su escrito poniendo entre comillas, o sea, poniendo en duda, lo de “Libertador” y resaltando la condición aristocrática del personaje. Dice que Bolívar se negó a adherirse a la revolución que estalló en Caracas en abril de 1810. La pérdida de Puerto Cabello fue consecuencia de una huida cobarde del personaje, que se ocuparía en cambio de la detención del general Miranda y su entrega cargado de cadenas al español Monteverde, quien, tras enviar al preso a Cádiz, donde moriría, premió con un pasaporte el servicio prestado por el criollo. Al tomar Santa Marta en 1814, tras la completa capitulación de la ciudad, Bolívar permitió que sus soldados la saquearan durante 48 horas. La retirada de Jamaica al año siguiente es descrita como una larga huida. De nuevo habría huido Bolívar en 1816 frente a una diminuta fuerza del general Morales. El “Libertador” es para Marx el dictador traidor y cobarde que de nuevo abandona a Arismendi en 1817 en Margarita en manos de los españoles, y luego a Freites en la Casa de la Misericordia en Barcelona, donde éste muere en batalla. Piar, héroe de la conquista de Guayana, se burlaba, según Marx, del personaje llamándole el “Napoleón de las retiradas”.

De modo que, “bajo falsas imputaciones”, Piar fue fusilado en Angostura. La conquista de Nueva Granada fue básicamente obra de tropas inglesas: Bolívar aprovechó el tiempo para marchar a Pamplona, donde pasó más de dos meses en fiestas y saraos, pasatiempos estos que alternaría con el de las tumbadas en hamaca, yacija muy de su gusto. A la cobardía de Bolívar en Calabozo en 1819 se debe la prolongación de la guerra por cinco años más. En 1820, Bolívar “consiguió no conseguir nada”. Al año siguiente, en la batalla de Carabobo, le pareció tan imponente la posición del enemigo que propuso concertar una nueva tregua, cosa que rechazaron sus subalternos. En 1830, el prócer pretendió invadir Venezuela desde Colombia, pero se asustó frente al ejército de Páez, etc., etc. Marx acaba su cariñoso artículo enciclopédico reproduciendo el retrato trazado por el general Ducoudrey-Holstein: Bolívar “no resiste largas caminatas, sino que se cansa en seguida. Es muy aficionado a la hamaca, en la que acostumbra a estar sentado o echado, echando maldiciones e imprecaciones a su alrededor. Tiene también la costumbre de prorrumpir en sarcasmos sobre personas ausentes, no lee más que literatura ligera francesa, es jinete audaz y apasionado bailarín de valses. Gusta de oírse hablar y brindar…”

Por lo visto, Charles Dana, director del “New York Daily Tribune” y editor de la citada enciclopedia no quedó muy satisfecho con este trabajo, en el que apreciaba una cierta animadversión y un tono prejuiciado. El propio Carlos Marx le daba la razón cuando, en carta a Engels, escribió: “en lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico, pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable.” Y, haciendo referencia a un terrorífico dictador haitiano de la época, añadió: “Bolívar es el verdadero Soulouque.” Por mi parte, creo que hay que tener en cuenta dos datos para comprender esta indefendible “pasada” antibolivariana del autor alemán. En primer lugar, que Marx utilizó de hecho una única fuente bibliográfica para elaborar su trabajo: la Histoire de Bolivar, del citado Decoudrey-Holstein, un tipo éste que indudablemente no quería bien al caudillo latinoamericano. Y en segundo lugar, explicando en parte lo anterior, que estos artículos o trabajos menores de Marx y Engels no dejaban de ser, como apunta Sacristán, simples escritos por motivos de pane lucrando, pan que, en particular a Marx, siempre le fue muy escaso en Inglaterra…

| Bolívar no era un demócrata Gabriela Calderón Gabriela Calderón explica que Simón Bolívar, quien pretendió establecer un gobierno con presidencia vitalicia (él) y quien aceptó poderes dictatoriales en varias ocasiones, no era un demócrata. "El presidente de la República viene a ser en nuestra Constitución, como el sol que, firme en su centro, da vida al Universo. Esta suprema Autoridad debe ser perpetua". (Simón Bolívar). Lima, 25 de Mayo de 1826. Uno de los mitos más difundidos en Latinoamérica es que el "Libertador" era un demócrata. Como guayaquileños debemos conocer que aunque este enigmático hombre puede haber sido el "Libertador" para gran parte de América Latina, fue lo contrario para nuestra ciudad. Esta aclaración es necesaria sobre todo cuando nuestro alcalde Nebot, anda citando precisamente al personaje que nos anexó a la fuerza a su fracasada Gran Colombia. Para la próxima sería más apropiado que cite a José Joaquín de Olmedo, cuando esté hablando de defender los intereses de Guayaquil. En 1822, Bolívar dio instrucciones a Sucre de utilizar la fuerza militar, si era necesario, para anexar a Guayaquil. En una carta a San Martín —luego de que este había pedido que se respete la voluntad del pueblo guayaquileño con respecto a su destino— le dijo: "Yo no creo que Guayaquil tenga derecho a exigir de Colombia (Gran Colombia) el permiso para expresar su voluntad" . Y a Olmedo le dijo que la Gran Colombia nunca permitiría que Guayaquil se incorpore a otro país, todo esto, sabiendo que la voluntad de los guayaquileños favorecía anexarse con el Perú, o inclusive la independencia antes de ser anexados a la Gran Colombia (5).

En una carta dirigida a Francisco de Paula Santander, el entonces vicepresidente de la Gran Colombia, Bolívar reconoció que fue por respeto a la fuerza militar de la Gran Colombia que el gobierno guayaquileño de ese entonces cedió . El "Libertador" reemplazó el gobierno constitucional y legal que existía en la ciudad porteña con un régimen militar . Bolívar no era muy democrático en su forma de gobernar. Esto no lo deduzco solamente de sus escritos, sino también de lo que historiadores del mismo siglo decían de Bolívar, notablemente entre ellos, Carlos Marx (el del manifiesto comunista, no el del SRI). Marx consideraba a Bolívar un buen imitador de Napoleón Bonaparte y dijo de Bolívar: "su dictadura pronto evidenció una anarquía, al abandonar los asuntos más importantes en manos de favoritos, quienes malgastaron los fondos del país y luego recurrieron a medios abominables para reponerlos" . Bolívar tenía un concepto muy extraño de democracia. Él creía que los pueblos sudamericanos no podían practicar virtudes democráticas como los europeos.